Sigue la mata dando. Karl-Ove Knausgí¥rd sabe enfrascar al lector. Estos escritores de lengua germana siempre me han cautivado cuando usan la técnica del detallismo hasta el cansancio. Don Delillo me encantó porque detalla todo, ese te cuenta hasta los hoyos de los calcetines mientras este se toma un gíüisqui al lado del fuego que salen de las brasas en la chimenea. Detallista hasta el cansancio, no se pierde nada, el flujo de la corriente de la conciencia pasa sin cesar o detenerse y es cuando te das cuenta que Karl-Ove te enfrasca en detalle para ni saber cómo de pronto eres comparsa y secuaz de sus pensamientos y juzgamientos morales que opina mientras te detalla sus alrededores. Leerlo es como tener una especie de visualización 360. Igual es interesante lo que no comparte o detalla pero es tanto el lenguaje que uno queda atónito, fuera del tiempo que te hace estar ahí con él casi ahuevo. Como buen lector también puedo criticarlo al paso de la lectura y hay detalles de sus actos que dices por fin comiste el error humano y sabemos que eres igual de cruel como todos pero al paso de las letras acaba uno perdonándolo.
Creo que he dicho anteriormente que no sé cómo pueden leer otros idiomas este tipo de libro porque en realidad se requiere de conocer un poco de la sicología de los escandinavos. El español te da pormenores de los sentimientos, del corazón, del alma.El inglés y las lenguas nórdicas te narran el exterior, lo material para sumergirte a los sotanos más oscuros de la mente. No sé cómo han optado para traducir ciertos pasajes del primer libro de Karl-Ove porque aquí reina mucho la depresión, joder, no hay sol, siempre está nublado, la soledad es parte del convivir, el miedo a la muerte que ni hablan de ella o del suicidio, la forma en que se tratan al uno y al otro que es extraña para el latino y quizá igual para el estadounidense americano. Ciertos pasajes me parecen crueles pero son acertados, me parecen crueles a mi esencia latina pero es normal para los escandinavos. ¿Cómo traducen esa esencia? Los escandinavos tienen esa gracia de respetarse los decisiones que uno toma, una incesante necesidad de ser honesto hasta el cansancio. Un no es un no, estás de malhumor, se respeta, te esperan hasta que se te baje, los sentimientos son efímeros, vuelan como el aire, van y vienen pero uno no sufre el reproche, en cierto pasaje está la mujer de Karl-Ove a punto de dar luz y su mujer quiere que Karl-Ove se quede junto a ella pero él dice que no, que tiene que trabajar y mientras la mujer insiste un poco él está decidido, se va y uno piensa, pinche vato culero. Su mujer comprende que el rechazo no es de mala fe o mala leche. Me causa curiosidad porque no podría leer eso en otro idioma sin poder interpretar eso como frialdad hacia al prójimo, en el mundo escandinavo no se comprende ese rechazo como frialdad, no me sabría. Las relaciones entre la familia para mi latinidad me parece fríisima, siento que aunque expresen nostalgia el uno por el otro a la hora de la muerte bien podrían ser ajenos el uno al otro. Y no es frialdad, simplemente no se habla de ello o no se toca el tema y se respeta, no quieren conflictos, temen la verdad obvia. Apenas voy en la página 316 de 435 páginas. La última vez que escribí sobre esta lectura llevaba 186. 130 páginas leídas en el tren mientras voy al trabajo, no lo leo en ninguna otra parte, pero me dio una alergia tremenda y luego me enfermé y no se diga de mi flojera intelectual. Ah y luego quiero ir mirando la transformación del invierno a la primavera. Tengo muchas ganas de leer otro libro que compré en Gotemburgo pero ese es otro cuento para otro día. Quizá lo importante es que sigo leyendo el libro, no lo he dejado ya pero como he dicho, el libro lleva esperando su lectura desde el 2015. Otro mes no pasa nada.