topografí­as del Risala fi fadl al-Andalus

booksEstando en Madrid este mes pasado de Abril tuve a bien a escucharme a mismo al ir a darle una vuelta a la Cuesta de Moyano donde al darme cuenta de algunos precios de algunos libros la desilusión no se hizo esperar pero que ni así­ me detuvo para hacer algunas comprillas. Dentro de las tantas tuve a bien comprar un facsí­mil de

Elogio del islam español (Risāla fī fad̥l al-Andalus);
Autor: Ismāʻīl ibn Muḥammad Shaqundī; Emilio García Gómez
Casa Publicitaria: Madrid, Impr. de E. Maestre, 1934.
Serie: Publicaciones de las escuelas de estudios árabes de Madrid y Granada., Série B ;, núm. 2.
Edición facsí­mil por editorial Maxtor ISBN 84-9761-251-5

Es un documento de sumo interés para el lector ya que hay veces que los trabajos de este tipo llevan historias ocultas de las cuales nadie quiere hablar ya. También existen datos de suma importancia para un amante de viejos académicos como yo, no que yo sea viejo ni académico, así­ como ni mucho menos amante de viejos académicos, claro. Me refiero, por supuesto, a ese tipo de académico dedicado a su labor y cuyo labor se transmite por el amor que le dedican a esa espulgación del pasado con minuciosidad para el deleite del presente.  La publicación original está dedicada a un tal filólogo ruso llamado Ignaty Kratchkovsky lo cual me llamó la atención porque en sí­ demuestra un nivel de cooperación académica durante 1933 entre el mundo intelectual de aquellas eras cuyas ciudades ya no llevan el nombre que antes poseí­an, así­ es el caso de Leningrado cuya duración fue de entre 1924 y 1991 y que ahora se llama San Petersburgo. Ignaty Yulianovich Krachkovsky llamado en ruso Игна́тий Юлиа́нович Крачко́вский. Nació en Vilnius en 1883 y murió en Leningrado en 1951 y está enterrado en el cementerio de Volkovo el cual  no es un cementerio ortodoxo.

Aparte del ruso, también se encuentran joyitas que el traductor, Emilio Garcí­a Gómez, nos brinda en su labor. Pascual de Gayangos es una de esas joyitas. ”Pascual de Gayangos y Arce (1809-1897) es una figura conocida, aunque también mayoritariamente borrosa todaví­a para muchos. Arabista, hispanista, bibliófilo, bibliógrafo y académico entre otras muchas cosas, sus cartas no dejan indiferente a nadie por su amenidad y humanidad, así­ como por su condición de fuente para su propia biografí­a y para numerosas disciplinas.”

Es, en pocas palabras, uno de esos héroes raros que salvan la historia de los pueblos, en este caso la de la Hispana Mulsuma. Aparte, es traductor del español al inglés de la Quinta Carta de Hernán Cortés a Carlos V publicada en 1868 por la Hakluyt Society.

Pero creo que me estoy desviando del tema bastante ya, y pido al humilde lector que haga caso omiso de mi entuasiasmo por los tesoros que uno se encuentra en el camino de la lectura.

Para resumir un poco a lo que Elogio del Islam Español va, es, en pocas palabras, una rencilla de orgullos por el terruño. Pésele a quien le pese, la cultura árabe dominó durante mucho tiempo la Pení­nsula Ibérica. Esto a pesar de que muy pocas veces se menciona hoy en dí­a y mucho menos los contactos diplomáticos que se entrelazaron en aquellos ayeres, al menos que, como los académicos anteriormente mencionados, haya interés en ello, o en este caso, pasión por ello. La rencilla adquiere su valor de importancia como muchas otras obras a veces logran hacerlo y es que se desarrolla mediante un fiat de una persona de importancia y poder que da por orden defender las declaraciones hechas bajo los efectos etí­licos lo que de aquellas viejas vidas entonces era su bebida favorita, el vino.

En Elogio del Islam Español puede uno encontrarse varias topografí­as que son elevadas en loas mediante descripciones de lo que en esas viejas regiones del al-índalus (árabe clásico الأندلس) habí­a y las preferencias gastronómicas de la élite del ese ayer. Al igual hay un sin número de referencias a poetas y sus rimas que le cantaban a esas tierras mediante el ingenio del simil. Uno con ojos de este milenio pensarí­a que esos sí­miles serí­an hoy en dí­a de poco valor pero estarí­a equivocado el lector en pensar así­ ya que en esos ayeres la naturaleza está más ligada al ser humano de lo que hoy en dí­a lo está. Y es allí­ donde varias pepitas de oro se pueden encontrar para el lector que sabe retransmitir su mente al pasado teniendo en cuenta que para leer el Risala fi fadl al-Andalus habrá que dejar este milenio en su totalidad y usar la imaginación como cuando se doma a una caballo.

 

 

 

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