Autor: Elizabeth Speller
Casa editorial: Oxford University Press, USA
Idioma: Inglés
Año de publicación: 2003
Páginas: 361
Peso: 454g
ISBN10:Â Â Â 0195176138
ISBN13:Â Â Â 9780195176131
Este es el segundo libro que leo de Adriano, el primero esta aquí. La verdad es que no me supo a Yourcenar. Yo quería seguir leyendo el estilo de Yourcenar y este libro de Elizabeth Speller nada más nunca supo enfrascarme, tuvo sus momentos sí, pero esos mismos momentos se vieron mañados por vicios que frecuentan a los historiadores que trabajan con agenda en mano. Speller realmente no supo distanciar el presente del pasado y en más de una ocasión sus prejuicios de estos últimos dos siglos (XX y XXI) enmarañaron la lectura. Un claro ejemplo es que usa la palabra ”terrorista” para describir actos de batallas en el siglo II. En otras ocasiones toma partida con ciertos grupos étnicos favoreciéndoles en la narrativa de la historia. Aquí no me cabe duda que este libro salió a luz para satisfacer ciertas necesidades después del atentado contra las Torres Gemelas en Nueva york.
Hay buenas pepitas de oro en todo esto. Una de ellas es que se puede apreciar un poco los últimos esfuerzos académicos entorno a Adriano y lo que se ha descubierto entorno al imperio romano desde que la novela de Yourcenar salió a luz en 1951. Trozos de Julia Babilla forman parte de la lectura y en gran parte compré el tomo por ello. Este tomo es más académico que el de Yourcenar y como acusamos, nace a partir de una necesidad de saciar las necesidades de ciertos círculos de lectores que imaginaron una tarea de emprender una campaña bélica en contra del mundo musulmán el cual se vio de nuevo frente a frente al Oeste. Por ello mismo es de particular interés leer las fuentes de las cual Speller se valió para recontar los pasos de Adriano.
Para recontarnos los acontecimientos de aquellos ayeres la imaginación de Speller se vale de esos documentos o fuentes cuyas ciencias abarcan la arqueología, la arquitectura, la numismática y de seguro el estudio de viejos documentos mejor conocido como paleografía. Basado en ello, podemos recorrer los pasos de Adriano en sus recorridos imperiales. Podemos ver su corte y todo lo que ello significaba y la imaginación y el poder de ver al emperador y como su palabra era la ley del imperio se dejan sentir como pompa y honor. Vemos también a un Adriano humano que sufre las mismas cosas que un ser humano, vergíüenza, pena, amor, frío, cobardía, valentía, venganzas inseguridad, en fin, un hombre cualquiera. Lo interesante que no se toca mucho es la logística de ser un gobierno que gobierna recorriendo sus dominios siempre y cuando se estaba al tanto de las patrañas de los políticos en Roma.
Por último, Speller pintá un Adriano muy homosexual y afinado a lo griego que quizá los que estén más adentrados en la historia de Adriano sabrán si el sobrepeso en ello es exagerado o verdadero. En lo particular a mi no me importa si era más homosexual que otros o cómo es que las normas que regían los comportamientos sexuales de aquellos tiempos ya venían presagiando la persecución de homosexuales tanto por la iglesia cristiana o la sociedad. Y sí es verdad que se enamoró de Antonio pues venga, es una historia de amor interesante de gente que movió sociedades enteras. Tampoco estamos para juzgar con valores del siglo XXI algo que aconteció en el siglo II. A mí lo que me importa es que era hispano, un emperador español y que nació en Itálica.
De hecho estaré en Sevilla este verano que viene y nada me va a alegrar más que ver el lugar en que nació Adriano.