in partibus infidelium (”nelle terre dei non credenti”)
Días como este solo logran remontarme al pasado, un pasado que me da alegría y nutro las buenas vibras con ella el presente. Hoy es miércoles de ceniza. Recuerdo como salíamos de la iglesia, nosotros, los desalmados, con la mancha negra característica del ritual católico como signo de la caducidad de la condición humana; como signo penitencial y como signo de conversión. Todo era perdonado. Claro, eso no lo sabía, pero recuerdo con cruda nitidez que hasta los más acérrimos rencores de la gente contra nosotros se tornaba en una mirada de aceptación por solo llevar la ceniza plasmada en la frente.
Nosotros los desalmados del barrio, y sí que lo éramos, y hoy en día, ni quién me viere el santo que presumo llevar a flor de piel, pesa. Dicen que mala yerba no muere pero quizá sí. En fin, como extraño esas costumbres, y pues eso, que extraño llevar la ceniza en la frente.