tumulto

Las fantasí­as de mi dipsomaní­a son realmente insoportables. No porque no puedan ser realizables sino por la labor que implican y la frustración que acarrean. Bajo los espí­ritus etí­licos todo es romántico y un dulce sueño de alcanzar lo inimaginable. La cruda realidad, sin embargo, tuerce ese mundo oní­rico en un mundo surreal y no hay mundo surreal en este paraí­so terrenal que no sucumba ante la sobria crueldad de un dí­a ordinario. Henos así­ cuando pienso en ti. Uno se preguntarí­a y cuestionarí­a los mandatos del todopoderoso.

 

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