Mas me parece que la novela japonesa tiene cosas comunes como la política y el orden político que ello conlleva con los géneros. Así como con ese autor inolvidable, Yukio Mishima, la política es un actor cuyas trascendencias van más allá de las vidas de los personajes y cuya mención mientras insignificante en cuanto a cupo en la novela afecta de maneara grandiosa el destino de las personas en cuenta. Las mujeres en ese río de confluencias históricas saben su lugar y desde esa orilla del río hacen del flujo una corriente difícil de ignorar. Y es ahí en donde el género quezque subyugado reafirma su poder, el cauce de la narrativa de la historia. Acá unas pantaletas femeninas y el lugar que esas pantaletas deberían de indicar su lugar adquieren un poder místico. Y a eso va la novela, en realidad.
Ahora, la autora también sufre del virus del racismo de que la humanidad, por alguna razón, por cada raza que en ella existe, se cree original e única cuyo destino tuvo su lugar de origen singular. Todas las razas del mundo se creen originales aunque aquí hemos de enfatizar que en el Japón las razas entre ellos mismos distan de ser solos sino como el Ginseng muchas raíces los hace singulares a sí mismos.
Mas en esta lectura es dato curioso que el rechazo al paisano parece tener aspectos universales por un así decir y es que me parece coincidencia que lo que los pochos sufren se vea tan reflectado en la vida de El River Ki.
What? Lee.