Ha de ser verdaderamente triste para la raza blanca de México vivir en México por estos días. La historia se repite, se quieren largar del país de indios brutos, del mal tercermundista que la misma élite que los gíüeros apoyan, hacen del hogar que los hace a ellos superiores. Qué triste.
Los gíüeros de México son los más desdichados que el mundo caucásico pueda presumir. La verdad, presumir de blancura en México, un país que posee un mar de hombres del color de la tierra, ha de ser como presumir de perlas en el muladar porcino. Ha de ser gacho, la verdad, tener ojos azules en México. No porque sea un defecto sino porque automáticamente te hace blanco de una superioridad no deseada y habrá que luchar, habrá que justificarse ante los demás por qué uno es así. Lamento mucho lo que ellos tienen que sufrir, la verdad; ahora lo comprendo en su totalidad. Y es que ellos más que otros sufren ese ostracismo de justificar su presencia y jode, habrá también que justificar el porqué y el cómo de tal procedencia, de hecho nadie es más cuestionado de su procedencia como los gíüeros en México. Es un infierno personal, me imagino.
Todos los días ver ojos negros con ojos azules y tener que mitigar la fuerza de que querer apantallar a los demás de que uno es de color preferido por el simple hecho de poseer tez blanca y ojos de color, vaya. Y el recordatorio mexicano, el vestigio añejo: soy producto de un proceso de mejorar la raza. Qué triste es llegar a ser blanco en México. La verdad. Porque a partir de ahí empieza una nueva vida llena de viejos vestigios y habrá que ver todo con ojos nuevos con los parpados cerrados. Habrá que reinventar la historia, habrá que ver la historia de México bajo nuevos ojos y querer hacer de ello algo distinto lo cual no sorprendería, después del todo. Pero a tientas, a ciegas. Y ni cómo identificarse con un país como México cuya narrativa excluye la narrativa del blanco, del negro.
Como han de sufrir ante tales circunstancias tales seres de tez blanca.
Yo vivo en un país de blancos y he visto tanto ojos azules que ya hasta aburren, la verdad; quiero con ansiedad ver ojos negros. Quiero ojos marrones, avellanos, como los mios.
Y es por eso que me pregunto cómo es que viven los gíüeros en México.
Y es que los mexicanos que vivimos en el extranjero damos cuenta de varias cosas que la élite de México no quisiera que nosotros supiéremos o rendir cuenta de ello. Una de esas es que el blanco en México es el más viejo de los extranjeros en México. Es el más viejo anhelo de retornar a la madre patria, es el más antigíüo deseo del Eterno Retorno.
Que triste es, pues, ser, una vieja expresión no cumplida, una frustración jamás cumplida como lo es el anhelo eterno del Eterno Retorno así presuma mil viajes mentales, nunca podrá presumir que es de aquí porque el hoy no es de él ni jamás podrá serlo.