Ese soy yo mesmo.
Me doy cuenta de lo que debería de ser una verdad a estas alturas de mi vida, y cabizbajo, curso el aro trazado por mis acciones. Soy lo que yo pienso, esa verdad Cartesiana de antaño viene ya cargada con una verdad imposible de ignorar con todas sus señas occidentales. Quiero preguntarme cómo es posible que sea yo mi peor enemigo. Esa maña de cuestionarme a mí mismo es una nueva moda en mi pensar, ergo, por eso de René D, quien vino a morir a Suecia, ahora viene a mí como un dejo de memoria que a no ser por el tiempo que ha pasado entre ese instante que odié a Suecia por darle muerte a Descartes como muestra de supremacía Protestante ante el catolicismo de Alejandro VII y el hoy que recuerdo al abrir los ojos y encontrarme justo aquí, en Suecia. Cristina, quiero pensar, es por eso que adjudico el trono sueco, vio lo simbólico de sus acciones para futuras generaciones y sacrificó su trono, su vida por el error de dejar morir a una de las mentes más grandes que estudian el Yo. Sí, eso es de seguro.
Tengo conflictos conmigo mismo.
Es una batalla cruenta entre dos personalidades interpuestas en un devenir no personal sino ajeno, directo a terceros. Yo mismo no me aguanto pero que esta personalidad que gira en mis entornos para causa de efectos afuera de mi es intolerable, ni yo mismo soporto verme actuar enfrente de otros. Me consumen viejas mañas, viejas maneras de ser en un devenir que quiere librar una lucha como la lucha por salir del cascarón, de la pupa que indica nuevo amanecer, un capullo que aguarda rasguras, grietas, para ver ese nuevo capullo. Y anhelo ser libre para poder estar libre de personas a las que pueda dañar con mi manera de ser. Sé de antemano que puedo ser malo, muy malo, dañar a mis prójimos es un mapa genético que cargo a cuestas y casi casi obligatorio, pero rehúso ser malo, quiero ser bueno a si sea alejarme de lo que más quiero en mi vida.
¿Qué me pasa?
Nada, se que estoy cansado de querer quebrar ese capullo que me tiene prisionero en una entidad ajena a mí. Es por eso que recuerdo a René Descartes hoy. Ese que dijo que uno es lo que uno piensa. Yo pienso y soy. Quién soy no es la pregunta, es lo más estúpido que uno se podría preguntar, la pregunta sería, ¿qué es lo que soy? No quiero superar a Descartes, pero me veo obligado a hacerlo. Es un deber no histórico sino personal, después del todo ese es lo legado, él nos dejó las boronas a seguir, esa es la triste historia del ser en este planeta que rehúsa ofrecer respuestas a todo, sino que ofrece a cucharadas lo que vendrá.