A pesar de todas las buenas cualidades que puedan existir dentro de la sociedad sueca existen detalles chingaqueditos que aguan la fiesta por así decirlo. Y aquí paso a un tema que los suecos odian como los gatos el agua: hablar mal de ellos. Por lo general, hablar bien de Suecia es casi obligatorio. Existe un consenso general entre la población sobre este menester público que es regulado tanto en lo macro como en lo micro. Me explico, por lo general la gente del pueblo le pregunta a los extranjeros que si uno disfruta del país, como si uno disfrutara las playas de un país cálido, y la respuesta anticipada es que saben que uno hablará mal de Suecia. Esto último me tardó varios años en comprender. Como buen extranjero que soy, las primeras veces que me preguntaron sobre mi bienaventurada estancia en Suecia solía responder con mucho candor y detallaba sin menor escrúpulo los beneficios y maleficios que existen vivir aquí, en Suecia. A la vez, tardé también en darme cuenta del tamaño poblacional de Suecia, o sea de 9 millones, no las cifras por supuesto, sino el tamaño poblacional que tiende a causar ciertos aspectos psicológicos en la población comparado con un país como México o los EEUU. Para ser francos, a nosotros nos vale gorro lo que la gente piense de uno. Mi mentalidad es la de está última, aún, hay que marcarlo y recalcarlo, así que al darles mi respuesta sobre mi satisfacción de vida en Suecia no incluía esta ecuación: país/población=estado mental-extranjeros. Este tipo de confrontación cultural que se desarrolla bajo una guerra de baja intensidad mediante preguntas inocentes como la anterior debí yo de anticipar desde hace mucho antes, pero no, sigo siendo un burro y lento para entender menesteres diplomáticos y eso que me da por la psicología. Debí haberlo descubierto cuando notaba que sus rostros adquirían una sombra de enfado al mudarme de los beneficios al maleficio. Así que mediante una pregunta tan inocente como la anterior, se negocian todo tipo de prejuicios en ese ámbito del negro y blanco, literalmente. El consenso general es pues que la respuesta no será positiva y por ende uno termina en la lista negra de los suecos, la pregunta es pues ¿por qué se toman la molestia de preguntar si es positivo vivir en Suecia? Me imagino, retomando la ecuación anterior, que los suecos necesitan, más que un mexicano, o estadounidense, sentirse bien de su país. Suecia siempre está en modus operandi de marketing de ensalzar lo positivo más que lo negativo. Pues bien lección aprendida hasta ahí, en lo general, pero en lo particular, esa es otra historia que me tardó varios lustros en cachar.
Varias de las cualidades de los suecos que se admiran bastante son la sinceridad, la honestidad, el nivel moral de sus acciones y ciertos otros comportamientos que no toleran como la corrupción y su deseo de mejorar las cosas para el beneficio de otros. Uno bien haría en deducir pues que los suecos tendrían problemas hablar mal de alguien. Pero no, los suecos son unos expertos en descuartizar a la gente cuando estos últimos no están presentes. Los suecos hablan pestes de las personas y deciden en consenso hasta tomar acciones para llevar acabo decisiones ya sean positivas o negativas, aunque supongo que mayormente negativas, sin la menor participación del perjudicado o beneficiado para poder defenderse de las acusaciones que se le embargan. Para un buen norteamericano como yo este último compartimento mientras que no se me es ajeno sí es un tanto molestoso porque, seamos francos, nuestra sociedad norteamericana gusta de que no se nos hable de detrás de nuestras espaldas y procuramos que si hay defectos en nuestro comportamiento que se nos lo diga en nuestra cara, bueno, ese es el ideal. Pero aquí el cuento es otro. Y bien reza el dicho que las buenas intenciones son el principio del camino al infierno. Bueno, creo que eso dicen en inglés y me lo apropio al español. Y es que hablar mal de alguien siempre tiene su función beneficiaria. Es en verdad un viejo cui bono sin ese drama latino que lo acuñó, el dicho pues. Hablar mal de alguien suele ser porque algo anda mal. Para mí es sorprendente cada vez que me piden mi opinión sobre mis colegas. Ahora comprendo que es un ritual para indagar si mis colegas son eficientes en sus labores o ya están en decadencia. Si las imágenes de un ritual viejo de vikingos se os viene a mente creo que comprenderéis la idea un poco mejor. Es sabido que los vikingos les daba por matar a sus viejitos una vez que estos últimos hubiesen terminado de ser útiles. Mucho tiene que ver con la religión por supuesto, y es que los vikingos les hacían un favor a sus viejos líderes, pues de morir de viejos terminarían en el infierno. Y creo que es por eso que no les da remordimiento ser ojetes puesto que están pensando en el bien común de la población. Aún así no deja de molestar que me pregunten sobre fulano o zutana para asesorar el nivel de eficiencia entre mis colegas. Lo malo es que quieren que yo contribuya a la piscina de pestes que quieren que recaiga sobre las personas en cuestión. No es raro que para este juego este un tanto viciado, pero tampoco soy la mayoria, así que mientrás sean peras o manzanas, tendré que acostumbrarme a tolerar este tipo de comportamiento entre los suecos mientrás viva aqui.
Spare me that’s all I’ve got to say.