Válgame la santa. Qué ejercicio más pesado. Quise creer que podía trabajar con poemas durante todo el mes pero nel pastel. Nada más no y hoy doy por terminado el ejercicio. En hora buena, hay tanto que desmenuzar; hay tanto de qué intertextualizar. Y antes que nada damos la bienvenida a otro año en las letras digitales y otro año en que aún no soy publicado en papel. Publico, pero digitalmente y ahí nos quedamos, o sea, que Julio Sueco no es más conocido más allá de lo que la curiosidad por saber trae a las orillas de la laguna mental que son mis letras. Pocos entienden este menester de las letras online y mucho más la élite consagrada en un libro hecho de papel. Hasta la fecha no hay un libro canonizado que sea enteramente digital, o sea que su difusión sea netamente mediante la internet. A ver quién sale con el primer libro de la red que sea para los de la red y solo para los de la red así como los libros de papel son solo para los que no les da por leer mediante la red.
Un escritor de la red lee libros de papel. Y por consiguiente este último da circulación al libro de papel pero tengo entendido que los elitistas que son publicados en papel y que se comercializan por la red poco o nada hacen en manera de reciprocidad a sus contrapartes digitales. Hasta la fecha, en el habla hispana, los libros digitales son desdeñados. No hay peor desprecio para el escritor que este último sea un escritor digital, de un blog, un escritor sin disciplina o que sea un opinador cualquiera. Este último es menospreciado porque no tiene autoridad alguna en el mundo de las letras inscritas en papel o elevado a estatus de ’escritor’ de acuerdo a los cánones del mundo exterior el cual siempre sale vendiendo su prestigio al mejor postor.
Lo que realmente detesta el escritor de papel es que el escritor de la red tenga la más absoluta libertad disponible para su arte que el escritor de papel no goza, punto y ya. Un escritor digital siempre tiene contacto con el lector. El escritor de papel casi nunca tiene contacto cercano al lector y este último, de reciente para acá, ha sido prácticamente relegado al plano de los tocados de la mente o idos de la mente. Stalkers en pocas palabras. O si no, se da el tipo de esnobismo aquel de que el lector nunca estará a la altura del escritor. Es nada más de ver el tipo de eventos relacionados a los libros de papel. Es todo un show cuyo único fin es invitar a la plebada a adorar la nueva vaca en el barrio, es todo. El escritor digital nunca tiene que recurrir a eso con su lector, por fin, existe un plan de igualdad entre el escritor y el lector que nunca antes había existido en la literatura como tal y cual la conocemos en el mundo hispano. Existe una idea prístina en la cual el texto y el lector se encuentran por primera vez sin todo ese alarde de otras voces de por medio que se da con un libro de papel. Aquí no existe la obligación de leerme. No hay demanda por mis letras más allá de lo que la curiosidad y lo que la suerte acerque ya una vez archivado el texto. Así como tampoco existe gente metiéndole la mano a mis ideas hasta que queda en una fritura de lo que originalmente fue. Aquí no hay más editor que el de mis escrúpulos.
Otra cosa que detesta el escritor de papel es que no existe en el mundo exterior lo que uno dispone en la red. Aquí existe toda una biblioteca disponible para hacer posible de todo significado una verdadera joya para los ojos. Quiera o no, el escritor de papel no puede tener al alcance lo que yo tengo al alcance de mis dedos y lo que mi imaginación pida por la fracción de tiempo que le toma a un escritor disciplinado hacer.
Pero lo que más le molesta al escritor de papel es que nadie o muy pocos le paga por escribir sus verdades. Los que aún se dedican a ese oficio, escribir libros para ser publicados en papel y por consiguiente recibir una pequeña suma en regalías de dinero por ello, disminuye al son del reloj. Yo no hago esto por dinero, si lo hiciera, desde cuando que hubiere dejado esta empresa, solo alimento un sueño, un sueño, que nunca parece tener su realidad, pero eso no importa, porque es el proceso de hacer el sueño, lo que más valor le da a esta empresa efímera.