Hoy es viernes y qué no quisiera yo andar de parranda con los míos. La verdad, bien pudiere andar por el rancho acá en Suecia dando rienda suelta como dios manda, o sea, al puro estilo Tj pero nix. Los años me han aplacado, o quizá la familia me tiene en las garras, porque dentro me queman unas ganas por andar de parrandero, pero no, heme aquí escribiendo sobre unos chips que ni siquiera aún introduzco como tema principal de la parrafada a seguir.
Y es que las memorias me ganan y las lecturas que uno hace de las redes por la internet conducen inevitablemente a ese mundo quijotesco cuya geografía está marcada por el dolor del movimiento ocular ante la letra. Los achaques no se hacen esperar y la goloseada de las letras produce ese inesperado acto consumativo de literatura chatarra que solo los medios de información masiva saben autogenerar. 1Sobredosis de Generación C.
Y al fin podemos hablar de los chips o los totopos como algún empresario despistado del sur del México quiso nombrar a los nachos. Y es que me viene a la mente que siempre se nos ha acusado de ser un tanto pochos, no mexicanos y no tener costumbres como las que se tienen en el resto del país. En la escala mexicana terminamos un poquito más abajo de los gringos y todo porque mi gente nunca supo celebrar el Día de los muertos o otras costumbres netamente del interior de México. Nunca, por ejemplo, supimos lo que era celebrar la calendaría ni mucho menos andar con eso de los tres reyes magos. Quizá la intromisión de dos culturas en un solo ámbito y con diferentes celebraciones era demasiado para la gente del pueblo. Así pues que la nueva ola masiva de gente del interior del país vino a burlarse de la falta de tradiciones en mi familia por el simple hecho de que los advenedizos de ese entonces en Tijuana nunca supieron entender el fenómeno de la inmigración y los estragos que significa adaptarse al nuevo terre. Nuestros padres que llegaron primero al terre y sus hijos después sufrimos la humillación de ser acusados de ser pochos en nuestro propio terreno porque a la gente le causaba un escándalo que no se celebraran las costumbres del centro del país en un lugar como Baja California. Fuimos y semos castrados de la conciencia mexicana porque no logramos adquirir ese ideal mexicano que está tan lejos del Tijuanense.
Y bien, por fin a los chips de los que he venido queriendo hablar. Y es que me acabo de comer unos chips que una tienda tipo conasupo del pueblo produce. Los compré por el simple hecho de saborearlos y dar mi opinión al respecto. No que mi opinión vaya a producir estragos en las bolsas de valores del mundo entero pero veo que sí hay una diferencia en el chip o la paranoia por los productos sintéticos y el maíz transgénico me traen a mecate corto como diría AMLO. Fue una simple observación que en realidad no merece todo este discurso pero ahí tengan ustedes que mi vista no vio vida en el chip como un buen chip debería de hacerlo sino que la textura representaba deformaciones monstruosas sin par alguna que haya visto anteriormente. Y ahí me tienen, degustando del monstruo aquel.
Y es que no hay orgullo por lo de uno ya. Qué será de lo mexicano más adelante no sé, la mera verdad. No estoy ya ni siquiera una pizca seguro de lo que el futuro representa para el mexicanismo. Quizá nunca lo sabremos no porque no sepamos sino porque no queremos ver lo que ya sabemos de antemano: México tiene un futuro negro, está lleno de ladrones cuyo interés es despojarnos y hacer de México añicos porque la verdad sea dicha, el mito del mexicano nunca será lo que dicen que es.
México es ya una fantasía estilo Narnia, estilo Mordor porque decir que es un Comala sería ya rinderle honores que no merece.
México ha muerto, Viva México.
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1Meet Generation C