Una de esas constantes que recurren a mi consciente es el deseo del Eterno Retorno. Anhelo con toda mi alma regresar de ’on soy oriundo. Día tras día deseo no estar aquí. Esta posición ideológica impregna, empapa el día de tal manera que no logro disfrutar la vida que vivo. Muy al contrario, amarga cada segundo que piso el terráqueo nórdico. Veo enemigos al acecho y me rió en el interior de su supuesta superioridad y a carcajadas confronto lo que no pueden ver enfrente de sus propias narices: el elixir de dominación que se chingan a diario no es mejor que el tequila que bebo a diario para poder aguantarlos un poco, un día más.
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Vivir los últimos suspiros de juventud no es mejor que el oxigeno que se le presta a un ser a punto de expirar su último aliento. ¿De qué sirve sentirse joven a los 40? Es un juego del demonio escrito desde los últimos confines del universo. No me entiendo ni a mi mismo a estas alturas de mi edad.
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Escucho mucha música estos últimos. Y nada satisface. No existe la música que pueda interpretar el soundtrack de mi life. Uno que otro dirá que soy un tanto arrogante, pero no, desde que me dijeron que Depeche Mode nada más no cuadraba mi vida dejó de ser la misma. La fisura eterna que no entiende de consolaciónes.
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Escuchó a Tom Sayer de Rush. La memoria que tengo de la rola es de un acto sexual en la Colonia Independencia de Tijuana. Es de parte de mi abuela, un sobrino de ella tiene un hijo que le gusta el arroz con popote. Su casa sirvió como refugio para lo siguiente. Se registro allá por 1985. Era un morro del Otro saite; le gustaba Rush de a madres. Y era una de esas relaciones familiares políticas que eran de esas de que era un conocido de un conocido nuestro. Se chingó a la hija de una prima hermana de mi tía amén de que la susodicha en esos entonces era casada ya. Y desde entonces nada mas no puedo escuchar Tom Sayer sin pensar en ellos. El pedo es que preste oreja para el relato. Maldita sea, otro de esos trucos del chamuco.
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Dios mio, a qué ha llegado la vida. De Joy Division tengo de conocer lo que sería menos de los dedos de mi mano. No crecí con esas pendejadas. Recuerdo mis incursiones al New Wave, al Punk en la tienda de Luis, de la calle Diez, terreno sagrado para el movimiento punk de Tj, y solo recuerdo a Siouxsie, si acaso algún despistado Addict fan y un Not Yet fan en mi radar. Joy Division registró tarde en mi radar como lo sería The Smiths, Southern Death Cult etc et al. Y el hondo resentir de haberme perdido algo grande marco a mi generación. Y cómo explicar Control a un montón de alumnos que creen que porque soy de Tijuana, teenager de los 80’s, sé de primera mano lo que pasó en una era que nunca fue mia.
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rats.