A Erika
Se me engarrotan los dedos cuando quiero hablar de ti.
Lo curioso del todo es que aún siento el cosquilleo de la emoción electrificar mi cuerpo como aquella vez que te vi cruzar mi camino. No sé cómo describir la emoción, tú sabrás mejor que yo. Los hombres estamos incapacitados para hablar de emociones. Tu estirpe nos ha castrado de hace tiempo esa posibilidad. No quiero entrar en nuestros viejos argumentos de que tú o que yo sobre la evolución de los sexos, solo quiero hablarte con las pocas palabras que tengo a mi disposición. Sé que argumentaras que justo la palabra es la que excluyó a la mujer, sé de antemano tus contra argumentaciones a lo que te confesaré. Y no tengo otro recurso mas que la palabra para decirte lo que solo tus ojos verán.
Las hormigas cruzaban en son, manchando el camino con su química para guiar a las demás. Ese picnic nuestro mostró lo que fue y será. Como las hormigas cuya función es alimentar. Así alimenta esa tarde el hoy.
La reina eres tú. No quiero ser cursi ni quiero que pienses que guardo amor o alguna nostalgia sobre aquel momento que de seguro ni te acuerdas ya.
Lamento el auguro. Es un mal anglosajón que se entromete entre nosotros. Tú, después del todo, has vivido un mundo unipolar mientras que yo he tenido que sufrir varios mundos a la vez.
Como comprender a una persona como la mía. No es fácil. Hace falta osar.
Osar cruzar fronteras tanto físicas como personales.
Es un trabajo amarme. Es un trabajo armarme de valor.