Brincacharcos: dear diary

Fue con el oculista.

Observé que estoy integrado a la sociedad sueca de los altiplanicies. Se me es necesario puntualizar el terreñu porque no todos los suecos son iguales y en provincias las maneras de conducirse así­ como las normas sociales y reglas no escritas difieren muchí­simo entre ciudad y pueblo. Esta manera de ser lo noto en mi comportamiento. Me comporto como se es esperado de un sueco: serio, sin muchas palabras, huraño.

Lo malo es que solo son así­ sobrios.

A estás alturas de mi estancia en Suecia he logrado cruzar esa frontera entre conocidos y desconocidos. Entre ebrios y sobrios. Lo malo de estar del lado donde uno es conocido es que la gente agarra confianza. Y a mi agarraron desprevenido. Es algo similar al cruzar las barreras entre el usted y el . He vivido demasiado tiempo bajo la tiraní­a del usted. Eso a pesar de que en Suecia se jactan de que viven en el reino del tuteo y han declarado de facto exánime al usted. Pero se vive, se respira, inhala. Sin embargo, por estos dí­as en mis tratos con los suecos de mi pueblo hay indicios de más soltura. Me sorprende esta actitud entre mis conocidos, usualmente gente con la que laboro, como cuando me sorprendió que los suecos se empezaron a dirigir a mí­ en sueco, veí­an algo en mí­ que les decí­a que ya era parte del inmobiliario. Aquí­ en Suecia no le tengo confianza a la soltura y me cuesta trabajo la desenvoltura que en otros casos, como el estar con mi gente, serí­a muy natural de mi parte. He trabajado tanto en asimilar la mesura que caracteriza el carácter sueco que delante de ellos no sé ser otra cosa más que una persona seria y callada. Nunca he practicado ser más flexible, alegre, por experiencia ese comportamiento me ha traí­do más complicaciones que amistades. Lo latinoamericano es demasiado caliente para los helados nórdicos y mucho menos logran comprender la esencia de un tijuanense como yo, con mi ambigíüedad, con mi biculturismo y bilingíüismo. Quizá es hora de empezar a practicar soltura con moderación. Así­ que mientras el oculista me preguntaba durante el test de Snellen que si se miraba más claro o más borroso mis pensamientos giraban en torno a mi rol en esta sociedad que realmente no digiero totalmente pero que por motivos profesionales y económicos me adapto a ella sin el menor esfuerzo alguno bajo la seguridad, la única en mi repertorio, de que no habrá cambio alguno al fondo: Aztlán et al. Y quizá es hora de un cambio, ser más yo con soltura entre la suecada. Y de hecho de empezar a actuar bajo las exigencias del código lingíüí­stico nórdico que reglamentan las conductas sociales que aquí­ se viven. Esta observación es un parteaguas en mis estudios amatuers sobre Suecia. Llevo once años en el paí­s desde que me propuse la idea de que serí­a un desafí­o interesante aprender otra cultura, otro idioma, otro paí­s. 11 años en Gí¶taland y mis comportamientos ante la nueva sociedad no son estáticos. Siempre hay un nuevo cambio que cambia las reglas del juego. Hoy se espera de mi parte más soltura, se me invita a ese dominio, club exclusivo que solo admite miembros después de haber pasado una ardua prueba, para poder relajarme de alguna manera; es una licencia para practicar el tuteo, l’equalité. Así­ que no basta ya con imitar el comportamiento corporal sino que se espera de mi parte ser afable. O me estoy afinando al trato, evolucionando en ese aspecto o el pasaporte que la gente me brinda es una cortesí­a inesperada. He graduado a otro plano social en mi estancia aquí­ en Suecia.

Le decí­a al oculista, con detalles minuciosos sobre un problema visual en una de las pruebas de percepción de colores, y el silencio logró inundar la respuesta: qué fue lo que vi; qué fue lo que no logró comprender el oculista. Y el silencio regresa a la comunicación que más conozco entre los suecos y me siento raro, como aquel que coquetea sin esperanza, al azar.

*

Tengo dos personalidades o quizá más, para cada situación social de mi vida aquí­ en Suecia. Shakespeare bien tuvo a decir que todo el mundo es una escena. The whole world is a stage. ¿Que tendrí­a que decir del mundo o de los mundos que existen por la red? La más buscona es mi vida en la red. Por internet soy el que fui allá, en Tijuana, en California. Mas se ha desarrollado a una construcción social a modo. Mi campo de lucha son los campos ideológicos. Lo raro de esta personalidad es que no tiene foro o audiencia en lo que se podrí­a considerar la vida real, para ello casi no existe un juego social mas que el que las letras exigen, es pues mi identidad virtual de la que más gozo porque no hay que rendir cuentas a nadie. Esta personalidad, consciente de que las letras son meros instrumentos que adquieren vida propia al momento que les doy rienda suelta suelen regresar a casa, lo más seguro, con enemigos buscapleitos, suelen ser gente ofendida por lo que las letras causaron en sus vidas.

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