bilingíüe nórdico

Por alguna razón inexplicable mi pasión por los idiomas ha retornado a su proper place. Creo que en parte se debe a que por estos dí­as estoy enseñando español como lengua materna en estos altiplanicies suecos que se caracterizan como mi hogar.

Me resulta grato poder enseñar castellano a estas criaturas que son una plétora de ese mestizaje que caracteriza el continente Americano. Los hay desde peruanos, chilenos, salvadoreños y hasta colombianos. Algunos incluso son medio suecos y medio latinoamericanos. La combinación es en sí­ sumamente interesante por no decir un tanto desafiante ya que al enseñar español como idioma materno hay que integrar los valores suecos con los hispanos.

Los valores suecos no resultan radicalmente opuestos a los de los hispanos, después del todo, pertenecemos a la misma esfera del Occidente y por ende tenemos una plataforma que nos sostiene. Lo que más bien se detalla son las costumbres en general y algunas tradiciones contrapuestas a las perspectivas de cada cultura en particular. Risacu nos pregunta:

Me imagino que es especialmente difí­cil para un ”no-sueco” estar enseñando valores suecos, no? [sic]

La respuesta está antepuesta. Amén de que si algo caracteriza a Suecia es la multitud de regiones que luchan por lograr una especie de singularidad sin igual. Lo que quiero decir con lo anterior es que la sociedad sueca es una sociedad basada en el consenso y esto tiende a caracterizar su postura ante el exterior. Los valores como aquel que insta a evitar los conflictos o no hablar de economí­a son comparados con los valores hispanos como el del presumir a diestra y siniestra las posesiones de uno así­ como el de explorar emociones abiertamente ante la sociedad. Así­ que uno no necesita ser necesariamente sueco para poder lograr un resultado satisfactorio para este nivel educativo.

Otro de los motivos por lo cual me atrae este curso es que trata mucho sobre bilingíüismo y lo que une a los bilingíües es la plétora de fenómenos lingíüí­sticos que nos aquejan. Las reacciones no se hacen esperar al saberse comprendidos y ese carácter bilingíüe tiende a ser universal lo que me ha causado cierta sorpresa a ser verdad. Como bilingíüe californiano recuerdo mis experiencias agudas por ser bilingíüe en California. Ser bilingíüe en California no es un lecho de rosas para ser verdad y las experiencias suelen ser muy negativas para aquellos que nos aventuramos a utilizar dos idiomas entre una población que se caracteriza por insistir en ser monolingíüe. DE hecho existe una especie de hipocresí­a entorno al bilingíüismo que raya en lo burlesco ya que mientras los monolingíües expresan admiración ante la habilidad de uno de poder utilizar dos idiomas detrás de uno hablan pestes hasta el cansancio. Aquí­ en Suecia me sorprende que hablar dos o tres idiomas no significa realmente nada y mucho menos se admira la gente de la proeza que tanta alabanza causarí­a en mis californias.


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