Dí­a dos

Los mosquitos hacen merienda de mi. Cuento las ronchas, me rasco. Como la incertidumbre de salir de Suecia, esa sombra que redondea detrás de mis acciones. Cuyo piquete es mordaz. Venir a México no significa nada ya, ¿a qué? me pregunto.

Mucho más estar en México. Nunca habí­a sentido el grado de nihilismo que siento hoy por la vida como hoy. Mas creo que la frase anterior exagera un tanto. Me parece que una metáfora de agua serí­a mí s conveniente en este punto. No que tenga nada que ver con el agua. Si no que siento mas ser parte de un flotsam and jetsom, que se deja llevar por la corriente, el optimista arguye, por lo menos el agua fluye, el rí­o, el mar, los océanos de la vida if you will.

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Veo que México sigue con la obsesión de la purificación de la raza, como nunca antes o mejor dicho sin interrupción. Me molesta ver tanta gente blanca dominando las esferas mediáticas en el arroyo que constituye nuestro diario devenir. Qué dice de nosotros los mexicanos tanto anuncio de gente blanca diciéndonos a nosotros la ‘verdad’. A la misma vez me pregunto si no es sólo una óptica corrupta de mi parte. Los bajacalifornianos tenemos una inculcación de sospechar de la pobreza inigualable.

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Las palabras me acompañan, una compañí­a inusitada, sin saberlo, han estado ahí­, durante todo el viaje. Siempre he viajado sólo, sin amistades, como la maldición del judí­o errante, así­ yo en mis recorridos por el mundo occidental. Sólo. Ya no me molesta, antes no me resignaba ante el destino mio: viajar sólo.

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Siempre he querido tener amigos, pero por cuestión de mi destino, viajar, y sólo, nunca he logrado mantener una relación amistosa con nadie, sólo con las mugres palabras que hasta en veces ellas me abandonan a mi destino.

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La ciudad hiede. Me sorprende, aún, con tanta riqueza disponible y con tanto orgullo por lo ‘mexicano’ las fachadas de la mayorí­a de los edificios lucen catastrofalmente sucios. Vi a uno limpiando las fachadas, a mano! Gente que gana máximo dos salarios para ello. No hay cultura de la limpieza, deberí­a de haberlo, pero no lo hay. Aunque hay que confesar, hay menos mendigueo, escuche por ahí­, sin embargo, que la gente vive arriba de sus medios.

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Vi el partido MX-EEUU. Los locutores casi coreaban una perdida, esos locutores se enfocan en lo negativo y es que cuando un mexicano empieza con esos pensamientos inhigienicos no hay de otra, uno va a perder.

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El DF es grande y hay bastante qué hacer mas yo no encuentro nada qué hacer, así­ es la vida pues. Vagabundeo por sus calles, sin destino, sin meta alguna, sólo entre la gente, de todos tipos. Entre mí s gente mí s mejor, La cultura institucionalizada puede esperar aún más.

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