Olvid

Ocurre que cada dí­a que pasa me resulta más difí­cil expresar los bancos de arena que se juntan en las orillas de mi ser. Pesan algo los sacos de contención.

preámbulo:
Las temperaturas daban para ventilar las emociones. Caminábamos por las arenas de la Baja, ese trozo de playa que los tijuanenses llevan años disfrutando pasivos ante el deterioro extremo. Cada generación le da su nombre, nosotros, jóvenes del mero centro, el tango, le decí­amos playas, a secas, hoy en dí­a le dicen el Malecón.

Ahora que camino sus arenas de nuevo veo una Tijuana que no es, sino lo que fue. Aquí­, apunté a trozo de arena, hay un edificio enterrado. Un edificio entero que futuros arqueólogos verán como un artefacto de curiosidad urbana, como una simple corcholata.

Ey, la Erica me mostró una foto donde aparece el tal edificio. – Ahí­ jugábamos mientras el paso del tiempo se encargaba del entierro, creo que era un puesto de salvavidas o una Cruz Roja, simplemente no recuerdo qué función tení­a el edificio pero sí­ recuerdo la humedad que cundí­a por las paredes del edificio que sucumbió ante una tormenta de la década de los últimos de los 70’s. Recuerdo los ecos, los gritos, las risas y cómo retumban contra la pared del miedo de un resbale y darse un buen madrazo.

Imagí­nate, aquí­ se daban carreras de autos, el Circuito Benito Juárez. – ¿Aquí­ en playas? – Sí­, era toda una pista, un pasatiempo gabacho expropiado por hijos tijuanenses. Qué curioso, en retrospectiva eso siempre le pasa al tijuanense, le dan probaditas de lo que más anhela y casi siempre está por ser suyo pero nunca lo es. Sí­, es como un niño que mira la dulcerí­a de enfrente, siempre deseando el dulce más hermoso, más idóneo, quizá le den una lambidita y nada más le agarra sabor y llegan Otros y le quitan el dulce de la boca. Al mexicano del exterior le da nighterrors de que el gabacho salga del tijuanense. Al tijuanense le falta mucho por crecer, no llega ni a teenager. Hay cierta gloria en el pasado de Tijuana pero esa gloria rara vez es expresada en su plenitud, o sea, que incorpore al gabacho en uno. El miedo del Otro no deja que eso suceda, no, siempre hay que exaltar lo mexicano, que es aún más ajeno a los tijuanenses que lo WASP.

*

Soplaba un aire rico, como si fuere la última airada de un viento Santa Ana. Daban esas ganas locas de echarse un clavado al mar, o ese mar mochado por las islas Coronado. Las islas Coronado siempre han limitado la vista del tijuanense, lo hace sentirse a uno chiquito y sino son esos buques de guerra gabachos, uno se siente atrapado entre lo pequeño y lo grande.

Si fuere más joven no dudarí­a en correr y mojarme toda la ropa, ahora ya no, sólo quedan los vestigios de un deseo que mi cuerpo ya no obedece, ahora me restrinjo. Las acciones que caracterizaban mi juventud han quedado sumergidas, por estos dí­as, en un simple deseo que me ahoga cada vez que lo digo: no serí­a mala idea. Hiede como estanco de agua de lluvia. Serí­a, un estado mental que a simple vista parece inocuo a las partes en cuestión, un verbo benigno dirí­an ciertos contemporáneos. A mi me consume en carne viva ese serí­a. El mundo es de acciones.

Hay que sentarnos aquí­, en estas piedras y escombros urbanos mientras tratamos de pintarnos el horizonte que se nos escapa. Fí­jate, como la vista se desví­a al lado gabacho, hay tanta actividad. Escucha cómo la marea empieza a subir, las olas se estrellan y el rugir retumba en los oí­dos, escucha como las burbujas se aprestan a avanzar mientras retroceden, escucha. – Escucho. –

*

Las gaviotas son pocos por estos lares y los barcos o lanchas son aún más escasas, estas playas ni lo parecen, hoy son un objeto de curiosidad, un punto de referencia para ver de cerca un fenómeno romantizado por cadres de intelectuales, engendros de la ideologí­a de estado que el PRI impuso por mexicanizarnos a muchos de nosotros. Es el el nuevo turismo, el turismo que nadie admite existe, pero no, ahí­ los tienen, a los nuevos intelectuales dando tours de desgracias ajenas en bares inmundos, dando tours del fracaso, it’s the new business baby. Ahora hay que pintar la desgracia para agradar la pupila, para taparle el ojo al macho conmemorar y vender, yeah. Ese es el nuevo modo de prostituirse por acá, de hacerte un nombre y una lanita, explotando la desgracia, de ser espectador y no actor de tanta muerte, fí­sica y espiritual. Algunos hasta nos quieren vender a los tijuanenses la idea de que semos antiyanquis. Nuestra relación con el gringo no llega ni a eso, nuestra relación con el gringo termina y empieza con el migra. Qué lujo serí­a ser antiyanqui pues, aquí­ no hay para tales menesteres, aquí­ money talks baby.


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