Mi amiga la prosti dijo que era imposible tener un orgasmo que dure más de lo normal y normal, enfatizó mientras chupaba un trocito de canela y le daba rienda suelta a una aguja, es una caldeada en la pepa por más de un minuto.
Vaya, yo que sacado del asombro por la bravura de la aserción no atinaba que contestarle pues una de mis fantasías es tener un orgasmo que dure un chingo. Y es que el acto del coito se me escapó de mi vida hace años ya y sólo manuela me acompaña en las largas noches.
La envidio pero adivino que mi envidia si apenas le hace mello ya que lo mio le viene guango a cuanto envidia pues cataloga mi envidia como vil ignorancia. Una verdad que me causa rabia sin meta o destino pues no logro comprender la emoción de un intelecto superior que posee la habilidad de despertar tales bestias en mi.
Un poeta xicano, entredijo mientras le quería atinar al ojo de la aguja, de la blósfera tijuanense, un tal Julio Sueco, bien dijo a decir, dijo, que un día sintió o pensó o se dio la idea de que Chuy rey caminaba a su lado. Y pensó: dios es para los terrestres y no para obsesionarse con el más allá, dios está aquí. Lo conocí en una peda, en la Estrella. Me dijo que desistió de imaginar que dios caminaba a su lado, aceptó que caminaba a su lado y así iba, me dijo, aquí y allende. Yo iba por una lana, él jugaba con mis aretes. Hasta que se percató de la cruel realidad. Dios no está aquí siempre. La piel se me enchinó.
Nunca he pensado en Dios, ni sé quién es o de que sexo le da. Lo mio es terrenal donde la maldad ocurre a horas extrañas del día y donde la ciudad funciona al menor descuido de la ley. La bondad, dice, lo bueno, las buenas vibras las reconozco como tiempos pasajeros, apariciones o sombras de una buena soleada. Así por igual aguardo el mal. Y el mal siempre, en mi experiencia, es alguien que busca lo bueno.
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