Un pensar

¿Existen intelectuales por estos dí­as que no digan verdades?

Y es que para ser intelectual estos dí­as basta con echarle en cara al gobierno y al capitalismo sus verdades. Las verdades que a no ser por esos intelectuales resaltan como verdades cual loza de 10 mandamientos a seguir.

Ya nadie quiere ser libre de seguro. Antes, la idea pensar por uno mismo. Ahora, los intelectuosos son cadenitas de ideas cual franchise á la Mc Donalds.

Hoy en dí­a basta poco para ser libre. Basta que un gíüey más chingón que Chomsky, Warhol u otra pendejada Occidental de tez medio blanca diga unas cuantas sí­labas para que el rebaño se mueva de su pasto. Basta admitir una verdad cool. Porque hasta eso, la verdad admitida tiene que ser de alguna manera chic entre la plebada off course.

Esa verdad es la verdad de la negación, o sea, admitir que algo se niega. O algo está negado a ser. Basta que llegue un gíüey, digamos un buey como yo y que diga, esta verdad está siendo negado o nadie la ve, ¡mí­renla! He aquí­ está verdad. Y ¡zaz! Uno se torna intelectual. He dicho una verdad. The new vogue y la chingada, you know?

Hay pseudo intelectuales que funcionan como acaparadores, acaparan la atención para desviar la vista: se tornan demostrativos, he aquí­. Un simple portero.

Y pensar, antes se mataban por ser un intelectual, ahora, basta sentirse un poco ofendido, indignado, una simple represión aquí­ u allá y denunciar la acción fea. Basta con mover la cabeza y aprobar que una acción es mala. Later, it’s McDonalds u una pizza. La buena acción is done.

Ya dije mi verdad, ahora soy bien cool ese. Wachame, que intelectual soy.

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