Las mujeres hablan y los hombres callan.
Es casi una ley no escrita a no ser que transciende la barrera psicológica de las hipótesis para terminar en una de esas verdades indiscutibles que no sale del dominio público para entrar a la ciencia exacta. Uno sabe que es la verdad.
Le decía a un amigo, gay, que las mujeres tienen ese don de hablar para conjurar los buenos espíritus, para, como por arte de magia, al hablar, deshacerse de los problemas. Las mujeres hablan, los hombres no saben expresar sus emociones. Y es que al hablar, aquello que atormenta el alma, que no la mente, sale para aclaracer, cosa que los hombres no hemos aprendido hacer. Confieso que mi amigo gay empieza a sospechar que estoy abusando de su oído.
Algo así me pasa al escribir. No puedo contar las veces que al escribir quede sorprendido al ver lo que escribo. Este descubrimiento es increible porque uno se da cuenta de ciertos aspectos que la mente, en su afan de sostener el diálogo entre el alma y la formulación/intento de comprender, nunca podría ser, o tardaría en serlo, a no ser por verse plasmado en letras al instante. The here and now. El diálogo de la letra y el pensamiento. Dos entidades supuestamente unidas que recuerdan a Jung: the collective unconscious.
Curioso. La mujer habla, unos hombres abusan de la cordialidad que sus amigos gay extienden y otros, escriben para conocerse mejor.
¿Es un despertar o una aclaración? Pueden ser ambas cosas. Lo lógico sería preguntarse qué es lo que es uno: el antes de descubrir la aclaración/despertar o el después, aquel sentimiento del ¡ajá! ¡eso es!
¿Y porqué es tan fuerte el sentimiento? ¿Por qué termina uno tan convencido de que lo anterior era una penumbra? ¿Por qué se convierte lo descubierto un elixir para el ego?
¿Soy el antes o el después al escribir? ¿Existo en ese antes? ¿Podría vivir en ese antes sin percartarme que a lo mejor hay un después? Lo soy.
Las implicaciones son varias más la más sugestiva es que vivo una mentira que no logro superar hasta que mis pensamientos quedan plasmasdos en algún lugar o por lo menos lo divulgo de alguna forma. Lo escupo.
Sin embargo, porque siempre hay un sin embargo por ahí, cuando escribía en papel la liberación era otra. En el blog, las ideas, los momentos, los sentimientos adquieren otra tez.
En papel, la función era desahogar, liberar, decir a oscuras lo que no podía decir en voz y varias libretas con diversos colores en mi casa atestan aquellos días de angustia en un mundo que no comprendía.
Ahora, en la red, la escritura me ayuda de otra forma, creo que lo más propio, a este nivel de la conversación y para no enturbiar más los conceptos, es cimentar mis ideas.
Mas no resuelve la problemática que ha sido expuesta, ¿es uno el antes o el después al escribir?
La escritura es un proceso y más en la red, en un blog, donde las ideas albergan sus secretos para dar vistas de esquina de ojos para los que saben ver.
Uno puede vivir las mentiras que uno se inventa o quiere.
Por ejemplo, en la política los que nos decidimos por una ideología, por un partido solemos ignorar las verdades del Otro, lo que cuenta es nuestra verdad. Pero eso es competencia y no autodescubrimiento.
Autodescubrimiento implica una autorealización del mismísimo Yo, negar al Yo, pues, es negarse así mismo.
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