pensamientos de un bilingíüe tijuanense en Suecia

Supe de la narrativa del Norte* fuera de la Baja. Lo supe, sin duda alguna, por medio de la revista semanal Proceso. Lo importante para mi, en este dí­a que recuerdo esto, es que me acuerdo que me entusiasmó un aspecto importante de la narrativa del Norte: su sintáctica, la cual Daniel Sada fue su interlocutor y ejemplo singular.

En ciertos aspectos es relivio para mi no tener que ajustarme al standard inglés en las letras hispanas que este año han sido de las más que he derramado con singular profusión aquí­ en este blog.

Y lo que pasa es que en el ámbito de la cosmovisión inglesa hay ciertos criterios que no sé muy bien si estan fundamentados en hechos cientí­ficos o es mero producto de leyendas urbanas, quizá séase un lastre del siglo xix, xviii.

Y es que los gabachos, creo que por igual les sucede a los francofilos, para el lenguaje hay ciertas edades donde existe un tope para alcanzar un nivel mental óptimo. Para el mundo anglosajón el mundo del lenguaje, y por ende la contribución que uno pueda hacerle al lenguaje, tiene que ocurrir entre la adolescencia (Rimbaud comes to mind) y/o los early 20’s, muy early, algo así­ como 20 o 21, perhaps 22 y pushing it, 23. Pocos casos así­ se dan en el ámbito del mundo de Castilla, Borges serí­a uno, por ejemplo, quién empezó su carrera literarí­a muy joven y lo que le ganó el tí­tulo de genio por el resto de su vida.

Cosa que esto explica el porqué no se ven muchos autores del habla inglesa en edad avanzada, Norman Mailer, Joan Oates, Harold Pinter, [quizá por la percepción protestante de que lo viejo ya tuvo sus 15 minutes long ago] son ejemplos raros que se encuentran en el mar donde predominan ejemplos como la ola hindú que representan Rushdie, Arundhati Roy, Hanif Kueishi et al [abro un pequeño paréntesis para hacerles notar como es que el hispanicismo que recientemente se ha enarbolado del mestizaje no puede aceptar voces otras más allá de las que consideran ’cultas’ a comparación del habla inglesa que no sólo se enarbola del mestizaje lingíüí­stico que otros parlantes del habla inglesa tienen sino que las incorpora a su lenguaje propio, nótese por demás como el español está preñado de rechazos en lo que concierne otras voces de otros parlantes hispanos que no sean los ya aceptados de Castilla propia] amén de Jamaica Kinkaid, Sandra Cisneros, Luis Alberto Urrea, Richard Rodriguez, Kazuo Ishiguro, y otros muchos más, pero la circulación de la narrativa inglesa suele prestar más atención al joven que al viejo, cuestión de culturas pues es obvio que en México, por ejemplo, se aprecia mucho la vejez por sus obvias conotaciones, sabidurí­a, experiencia, et cétera; dentro del habla hispana la cosa es alrevés, dentro de nuestro colectivo literario abundan los autores de la tercera edad y se les admira, se les apapacha y hasta se les pone en pedestales que ni la madre naturaleza podrí­a derrocar a no ser por mano propia.

Es por eso un relivio tener mi edad y no tener que andar preocupandose de que uno está muy viejo ya para andar deletreando letras hispanas, ese tabú, simplemente, no existe en la cosmovisión del hispanoparlante. Si bien no podré contribuir con mi lenguaje al avanze del idioma de Castilla por lo menos me queda la satisfacción de que tampoco se mira mal ser un viejito cocho y por demás con í­nfulas de escritor.


Otras lecturas
• Toscana in Berlí­n – Jornada de literatura mexicana en Berlí­n

• Sí­ndrome de Estocolmo – Sin tí­tulo

** [De por cierto y como forma de acuso, la Narrativa del Norte no se da con estos señores quienes fueron más prestos que una lagartija a etiquetearse bajo este nombre que lo más seguro fue acuñado por alguien en el DF. Para nada, es Miguel Méndez con su Peregrinos de Aztlán, quien es el padre de todos estos ’cultillos’ de la prosa del Norte]


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