Yonder Lies It

7 minificciones suecas en siete dí­as: parte XXIX

Como estamos muy arriba del planeta estamos un poco inclinados por eso del axis. El sol parece que va de ladito. Nunca hacia arriba, nunca sabrí­a las doce con mirar el sol aquí­. La iluminación de éste trae colores de pastel por las tardes de Noviembre. Una luz débil amarilla, una luz que tiña rojo rosa el ambiente. Hay muchas nubes. Si uno alza la mirada uno puede ver de cercas las nubes. Corren bajito. El aire es frí­o, lo suficiente como para no sentirse demasiado aventurero, no, este frí­o, a pesar del clima templadito, no se anda con mamadas, ya empieza a calar una madre. Se quita uno el suéter y el frí­o hace de las suyas en 5 minutes. Los pájaros se miran por manadas, las barnaclas canadienses ya vuelan. En forma de V hacia el sur, climas más cálidos. La parvada de urracas negras dan el vuelo de las tres de la tarde. Cubren no solo las nubes que van de paso con su presencia sino los oí­dos de los que pasan caminando. Un ritual que no comprendo. Se mira una que otra mosca aún. El gris llena el alma, llega la melancolí­a.

La nieve no tardará en cubrir el pasto de blanco aunque las mañanas aún amanecen sudadas. Lo que un grado hace, son dí­as de engaño, de diferencia. Una que otra planta se deja burlar, brota el intento, se arriesgan a florecer ante el inminente cambio, procuran ser. A las cuatro oscurece, ya son las 4:09 y la sombra de una noche más corre a querer alcanzar las últimas luces de lo que fue hoy, aún es hoy, pero hoy, por alguna razón, la luz significó más. Dan ganas de ir a rolarse, a dormir. En la cocina escuché unas palabras Someone take these dreams away / That point me to another day

Salgo a caminar, es un consuelo que no me explico, es una necesidad que me devuelve la paz, será el frí­o, ¿será que aprecio más los dí­as sin calor?

Hoy se cumplen 7 meses que Erika no está a mi lado. Aún no me explico cómo es que se fue. Es lo malo de conocer a las personas por dentro. Hacerles el amor a sus almas, a su ser. Se mueren pero dejan algo detrás de sí­, por mucho tiempo. Me toca con la mirada del cuervo negro perchado en la chimenea que vio noches de amor bajo las brasas de Enero, con en el ruido de los pajarillos que pelean una lombriz, en el aire que acaricia mi cara, con los colores de noviembre.


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