cobarde de corazón

Me clavó su mirada en el fondo del alma, fue mortal.

Lucrecia, su nombre artí­stico, nunca supo que me atraí­a. Mientrás todos me tení­an miedo, yo le tení­a miedo a una mujer en sus 30. Ni se peinaba bien.

Olí­a, y olí­a bien. Salí­a de su casa a las 9am todas las mañanas, recien bañadita. Vestido de flores, ajustado, acrylic. Caminaba con paso seguro. Dejaba el rastro del shampoo tras de sí­. Al caminar se le moví­an los muslos de las caderas para provocar. Cada macho que cruzaba por su camino lo dejaba en celo.

Nunca me atreví­. Era demasiada mujer para mí­. Tengo la certitud de que soy poco hombre para ella.

Por eso cierro los ojos cada vez que me acuesto con Martina, y pretendo, pretendo hasta el climax.

Lämna ett svar