Federico Campbell escribe sobre espanglish en su libro Periodismo escrito (2002). En un pequeño ensayo titulado La frontera del lenguaje nos deja plasmada su opinión del lenguaje fronterizo (termino que odio pero que por razones practicas utilizo).
Su mayor queja es la injerencia del inglés al español. La intromisión de la sintáctica WASP al español.
Debo de reconocer que me dio en qué pensar. La observación que hice es que el español al que Federico Campbell se refiere está lejos de ser una lengua nativa a Tijuana.
El español, como toda lengua, tiene sus jerarquías. El español es la lengua del poder en México. Pero mas que nada el español de Tijuana no tiene nada que ver con las estructuras sintácticas de, por ejemplo, el Distrito Federal o Castilla – La Mancha. De hecho, si algo tiene que ver es porque los poderes de la nación tuvieron que mandar a alguien, desde el DF, a controlar el área. Entonces se tuvo que comprender el lenguaje del poder.
Toda inculcación de instrucción lingíüística formal en Tijuana se debe a una ideología. Todos los tijuanenses, y el resto de la nación, están sujetos a este fenómeno. Las mentes nuestras están contaminadas por la ideología del estado (uno diría casi a huevo por eso de las constantes burlas que se hacen por doquier al menor error ortográfico). El español que supuestamente deberíamos de hablar en México, tiene anclada su teoría en Castilla- La Mancha, un lugar del cual no me quiero acordar.
Lo digo así porque en realidad son muy pocos los tijuanenses instruidos en los menesteres de la lengua del poder. (La lengua del poder en Tijuana es la lengua de Hank, por ejemplo) Y mucho más los de mi generación o la generación de Federico Campbell. Las primeras palabras nuestras no son el español del poder. Muy al contrario, los primeros choques culturales y lingíüísticos ocurren al salir del hogar, al entrar a la fuerza laboral, al contacto con las fuerzas del poder.
Así que Federico venga y nos quiera contar que le molestan las injerencias sintácticas del ingles al español es como decir que le molestan las noches frías de Diciembre para conservar el jocoqui fresco.
Federico Campbell es la última persona en el mundo de la lengua castellana que debería de estar haciendo este tipo de observaciones y mucho más para amonestar a toda una ciudad, como lo es Tijuana, sobre las conductas lingíüísticas de su voz.
Quizá exagere con eso de lo de Tijuana pero venga, Tijuana forma parte de ese abolengo exclusivo del Espanglis/Spanglish.
En México nadie sabe cual es el español correcto mas que la cúpula del poder. El resto es una mezcla de todo tipo posible de nuevas voces que registran sus palabras desde la llegada de los asesinos a mansalva de la Corona Española (creibas, ansina, semos, traiba, vide y todos esos vocablos del norte forman parte de la historia lingúística del español de antaño, arcaico, que todavía se usa en México, ¡lo uso yo! ¡lo usan los Cadetes de Linares! [para mayor información os recomiendo leer Lazarillo de Tormes]). Tenemos caló (rifa, ranfla, chucos, rucos, jainas, y sayos) amén del espanglish que ya estaba en pie en la época de Federico, en la Tijuana de Federico, como daime, shinear, cora, troca, wacha, y otras voces más que no hay cupo hoy para ellas. Así que no nos queda otra que declarar la opinión lingíüística de Federico Campbell como traición al terre. Federico Campbell, keep your damn universal theories to your self! and let Tijuana be!