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Por estos días los que guardan una relación amor-odio con Tijuana se multiplican. Hablan de la ciudad hablándole a los tijuanenses. Hay tres tipos de tijuanenses mexicanos y uno extranjero. El que nació ahí, el que se ha mudado ahí y el que ha crecido ahí, todos de extracción mexicana y uno de extracción extranjera que suele ser de nacionalidad estadunidense, de este último no abordaremos su fenomenología en la sensibilidad tijuanense aunque este último impacta en grandes esbozos el diario devenir del tijuanense.
Por lo regular el tijuanense que ha nacido ahí tiene la peculiaridad de ser discreto al preferir su compañia. Somos de los pocos mexicanos (aparte de las etnías mexicanas que son muy apegadas a sus costumbres y maneras de ser, que por lo mismo, por ser pocos nos identificamos más con los unos a los otros) que no nos hallamos con el resto de nuestro hermanos y hermanas mexicanas. Así hayas llegado de tres meses a la ciudad el hecho de no haber nacido ahí te hace blanco de cierto rechazo, discreto, pero rechazo nonetheless. Este rechazo tiene sus raíces tanto en la cuestión lingíüístisca como el apego al terruño.
Los tijuanenses que se han mudado ahí desdeñan al tijuanense por su manera de ser, le llaman flojo la cual es la carecterística más mencionada entre la población migrante de Tijuana al referirse a los tijuanos, mas la verdad se encuentra en otras esferas aún sin explorar o discutir en los ámbitos públicos. La cultura laboral del tijuanense es diferente a la cultura laboral del que viene del sur. Eso es causa de cierto choque cultural del que pocos a nadie ha logrado entender sobre la sensibilidad tijuanense. También se debe mucho a las ideologías que llevamos dentro de nosotros mismos. El tijuanense nacido ahí está expuesto a diario a multitud de ideologias tanto nacionales como internacionales y de una u otra manera estas ideologías logran asentarse en el fondo del tijuanense quién arriba de ese sedimento hace fluir las culturas en las que convive como caudales de ríos y sin problema alguno.
La crítica de parte de los que no han nacido ahí, mas sin embargo sí crecido, se debe mucho a que sienten este rechazo por parte de los tijuanenses los quienes al hablar demuestran su habilidad de expresión que otros por no haber crecido en un ambiente bilingíüe no tienen. Se da un rechazo y se da el fenómeno del pochismo. O sea, mientrás que el tijuanense por su manera de ser shuts out al mexicano no nacido ahí (en veces con deliberado intención) el mexicano puro, por un así decirlo pero mas bien cabría decir monolingíüe, lo saca de su conciencia (el colectivo) por medio de la negación: el pocho tijuanense no es mexicano. Al mexicano (crecido o mudado ahí) le abruma este cambio psicológico en el tijuanense puesto que produce una transformación titubiante que causa cierto rechazo [visible en el nerviosismo: ese ya es Otro – oye, hablen español …] al mexicano por las ideologias nacionalistas implementadas en él o ella. El tijuanense hace un crossover, crossfades hacia otro ser al cual no está acostumbrado el mexicano en común y monolingíüe.
El tijuanense nacido en Tijuana a veces demuestra este último fenómeno por medio del autoodio y en su intento de querer canalizar estos dilemas que le aquejan y querer demostrar que sí es mexicano crítica en unisono lo que los críticos del sur le critican, aprueba la crítica. Se da a entender que la semiótica de la ciudad es una que proyecta el rechazo (se da a entender por deseos obscuros de querer ser el Otro, en este caso una imitación del gabacho y para acabarla, una imitación pobre y mal hecha) a lo que se ve y se experimenta lo cual tiene un trasfondo profundo.
Lo que se rechaza es la esencia de lo que otros mexicanos perciben como no-mexicanindad. Este discurso tiene ya de antaño fermentandose en aguas negras de las cuales muchos tijuanenses no llegan a pisar ni siquiera una vez porque ese cambio ha sido superado ya y por ende el río adquiere otros canales. Inclusive se ha extendido hacia las creencias del colectivo mexicano allá [Tijuana] ya no es México. La sensibilidad tijuanense no tiene nada que ver con el poder que los no nacidos ostentan o se avorazan por obtener por medio de los partidos políticos de la ciudad [es una plaza rentable] o con lo tangible, lo que se ve y toca en la ciudad.
La sensibilidad del tijuanense pues no se encuentra en lo que no es, esa teología del negativismo, de lo que el tijuanense no es, es una narrativa que el Otro tijuanense, en un esfuerzo por querer comprender al tijuanense nacido ahí, inventa para sí.
Cada generación de tijuanenses natales a la ciudad tiene en su repertorio una historia que comienza así ”te acuerdas que ahí había …? El cambio para el tijuanense es uno de esos aspectos que lo separa del resto de la República, mientrás que el resto del país está sumergido en la historia, en Tijuana el cambio es nuestra historia. Hemos logrado adptarnos al cambio. El tiempo transcurre de otra manera y se revive con nostalgia y al recordar y tener las mismas memorias nos hace identificarnos los unos a los otros. Hay cambios a diario en todo, empezando por el tipo de cambio entre el dólar y el peso. Esto abruma a muchos que vienen de otras ciudades del país donde el cambio es más una novedad que una cotidianidad.
La sensibilidad pues yace en que ya no somos meramente monolingíües, nunca hemos sido uni-culturales y es esa cosmovisión, de incluir en nuestra narrativa otras cosmovisiones ajenas al resto del a república lo que en muchos casos nos hace quienes somos. Estamos más predispuestos al cambio tanto intrínsico como extrovertido [este último más de las veces por fuerzas de causa mayor y fuera de la esfera del poder del tijuanense, este último sólo contempla el cambio]. Esto no lo no hemos logrado incorporar en el que ha crecido ahí, en el que se ha mudado ahí, and that is why they remain on the benches, espectators un tanto resentidos, de la sensibilité du tijuanense.
Post Data: Este tema lo iba a hablar en el Lugar del Nopal allá por Diciembre del 2004, en una reunión que nunca se llevó acabo por falta de interes. La intención era elicitar más preguntas que respuestas. Hoy lo saqué aflote porque me acordé de Eliot Benítez y El Neri, tenía hambre y se antojó una pizza como la que venden en Vesuvios allá por la Revú y que un día compartimos los tres.
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