Las mañanas parcialmente nubladas, de preferencia si estas están solo formando parte del horizonte y el cielo está más blanco que azul. Con vientos ligeros. Que se vea que las nubes esten en movimiento, con ese lento deslizamiento que da para pensar y el fresco ayuda a la cabeza. Por estos días es cuando la temperatura día tras días deja atrás la esperanza de un día caluroso, promete lo álgido al albor de cada día. Hace un tipo de frío que los suecos llaman como smí¥ttkylig, o sea, un frío medio mordelón pero no lo sufiente para ansear un sueter o una fogata por ahí, es sólo un aviso de lo inevitable. El agua se nota en el zacate, quizá ya para octubre, esperemos noviembre, esa misma agua será escarcha. Los árboles, cuyas hojas dan ya una variación tricolor en su ex-frondosidad, están empapados, si los sacudes las gotas se dejan venir en caida libre: terminan en la piel, la tez sufre cambios, los poros se abren, matices otros aumentan su color, se producen mil sensaciones, se enchina la carne y sacude los cinco sentidos. Los tenis se mojan al caminar, el aire está húmedo. Se siente en el aire que el agua está presente. Y el cielo, el cielo pinta azul ya. Me hace falta que tu mirada me acompañe al ver esto.