Eso fue ayer

Increiblemente esa tarde lució un sol de aquellas, bien curada. Agosto. Sensommar. el crepúsculo del estí­o.

fue cuando le preste la sonrisa que hasta la fecha, como palabra prestada a otro idioma, jamás ha sido regresada. cuando se lo confesé a José, sólo alcanzó a reirse. Pendejo. ¿Cómo se la soltaste? Te quemaron compa. fue su último juicio. no habí­a más que discutir. jamás verí­a esa sonrisa otra vez, con esa seguridad fue con que escuché te quemaron.

– Héctor.
– ¿Sí­?
– ¿Eres feliz?
– No sé, ¿porqué?
– Tengo una sonrisa extra, te la vendo.
– Estupido. ¿Qué no sabes que la felicidad no se puede vender?
– Sí­ gíüey, ¡sí­ se puede! Yo tampoco me lo podí­a creer, pero al dar con la cajita de Pandora, cambié de opinión.
– Andale gíüey, se esta poniendo azul, sólo se salvará si alguien la usa.
– A ver. Presta. Conozco un gíüey que quizá la compre, aguanta aquí­, ¿cuánto quieres por ella?
– Quiero una buena feria compa, como la feria de San Marcos.
– ¿y no te da miedo tanta feria?

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