Me parece que la idea de rebelarse en el lenguaje, en especial en Tijuana, es una de esas costumbres que nos unen con los Xicanos, con el Southwest. Yo sé que a muchos no les parece la idea de que Tijuana sea parte de Aztlán. He de confesar, ante todo, que los immigrantes en Tijuana siempre definiran para el nativo, el habitante tijuanense nacido o crecido allí, como es que debemos de ser los tijuanenses. Lo he dicho y lo mantendré: somos una minoría que vivimos aplastados bajo la bota ideológica de lo que deberemos ser. Esa mayoria es un tirano cruel el cual nunca nos deja expresarnos como somos, más sobrevivimos y le damos rienda suelta a la hilacha. Tenemos un vocaulario único y con el nos identificamos. Tenemos parlachines desde el cholo, el surfo, el punkrocker hasta el rockero y los niurros (new wavers). El Lenguaje es lo primero que que nos identifica como clica del terre y el primero que nos enseña la crueldad de la mayoria. La mayoria en Tijuana siempre nos reprueba nuestro lenguaje y nos tacha de maleducados en cuanto abrimos la boca.
Por eso fue reconfortante encontrarme con ¡M A N I F I E S T O! CAMPAí‘A PERMANENTE PRO DESTRUCCION DEL LENGUAJE
Lamentablemente la página no ha sido actualizada desde hace 3 años pero el mensaje que ahí se respira tienen unos de esos dejos eternos, este será y siempre estará como un grito de la población Tijuanense. Sorprendentemente el documente está asociado con Rafa Saavedra al quién se le ve siempre puliendo el lenguaje culto del Manco de Lepanto.
Cabe uno bien preguntarse que paso con esa emoción, con ese fervor de salir adelante como individuo en nuestro sociedad bajo nuestras propias reglas.