ese sayo se pirateó

De hecho esa tarde estaba tirando barra como cualquier otro dí­a. Y la lumbre salió de la ventana. No sé cuándo me entró la reacción, si fue el grito agudo de la jaina de enfrente gritando “¡fuego! ¡fuego!” o cuando waché las flamas rojiazules y el humo negro elevándose al cielo sin sol, quizá fue el humo negro.

Pinche Mundo, a ese buey le dio por las drogas más pesadas y recuerdo cuando nos invitaba gotas de goma por las narices, en aquel entonces nadie le poní­a a esa madre más que él. Por aquellos dí­as se dejaba venir un chingó de raza de Sinaloa y siempre le caí­an al barrio, se dejaban cae con pollos, polvo, yesca y hasta pildoras bien chingonas que nunca probé pero que mis compas hací­an un desmadre al chingarselas, recuerdo muy bien esas noches llenas de madrazos, sexo, rock y hasta jambos.

Pero el Mundo, ese sayo se pirateó a la gaber, se jambaba todo, y lo clavaba en su chante, así­ que una vez que andaba bien chemo, el buey se jambó unos rines cromados con todo y llantas por eso lo del humo negro.

Oh sí­, después cayeron los bomberos directos de la Ocho. Hace un chingo de ese jale ya, me cae, pero ésta noche mientrás encendí­a un frajo me acordé de esa lejana noche de un dí­a allá por el 86.

Pinche Mundo, salió bien saico de su canton y medio mundo se rió cuando el pinche bombero le preguntó cómo se sentí­a de los pulmones. La raza empezó a cagarle el palo “pinche mariguano cabrón, hasta más limpios le quedaron”. Le poní­a a todo ese buey.

A pinche barrio. Me acuerdo, sí­.

Lämna ett svar