Fue una de esas noches en que la muerte decide divertirse con el destino de la raza a pesar de que no es tiempo de ir a recojer sus almas.
Ibamos 6 sayos por la Ave. Revolución de Tijuas. 4 reporteros, un doctoso y yo. Las luces brillaban y el ruidaje de la calle y los bares amén de los suplicos de los indígenas llenaban la atmósfera del paso que llevabamos al Dandy del Sur. Sin decir pio caminabamos cada quién en su pinche mundo. Yo era el más novato pero sabía en los caminos que esta compañia solía andar por lo que escribian, así que mi sexto sentido miraba alrededor de mi entorno no porque creía que algo iba a pasar sino porque la imaginación me ganaba, tenía rato leyendo sus letras en un lugar de la blogósfera de cuyo nombre no quiero acordarme, y caminaba esperando alegre que un relato tomase vida.
Mis ojos, no sabían que hacer hasta que note que un carro se parqueó doble por Le Drug Store y un policia alzó la mano para señalar la falta para luego retrocederse tan rápido como notó la violación de tráfico.
No le puse mayor deparo al asunto hasta que vi que dos sujetos se bajaron del auto con miras al quemado Sara’s donde justo apenas ibamos pasando nosotros. Me entro miedo, la fantasia superando la realidad siempre me saca escalofríos no porque no sea posible sino porque me borra la sonrisa de la cara y lo cobarde se asoma mas no queriendo causar problemillas sólo alcanzé a decir, ”aquí hiede a gato encerrao” a lo que mi compa de la Mesa dijo ¿’on?
El ritmo de la Ave. Revolución es tan acelerado que en menos de 15 segundos fuscas y cuernos de chivos rugieron sus estruendosas rafagas de fuego, sólo alcanze a devisar las muecas de los sicarios luciendo sus apretados dientes por la presión de la fuerza de las armas, nos hicimos a un lado que cuando reaccioné ya estabamos pegados a un autobús lleno de turistas todos perplejos, alcanzé a escuchar entre la conmoción a un gringo decir: is this a wild western shoot out or what? iban por el compa de mi compa.
Tengo entendido que lo querían quebrar porque escribía desde las entrañas del crimen.
De repente mi miedo se transformó en adrenalina al acordarme de la morrita chula que me prometió tanto esa mañana. Como no quería quedar con hoyos en el cuerpo, pues había quedado de verme con la jaina esa noche y la neta, andaba deseoso de verla, tuve que hacer algo. Mi compa de la nada saco una beretta 45. Empezó a disparar indiscriminadamente quebrando ventanas y un montón de figuras de papel mache soltaban trozitos de papel como confetti. Al ver que el sicario buscaba con la miraba a su victima, yo sólo alcanzé a hacer una maniobra que aprendí cuando jugabamos beisbol en la Ramos Millán, me barrí hacía él como si a primera y la bola fuera ya en camino para el out. Mis pies tumbarón al sicario al suelo y cuando me levanté que le agarro la cabeza y se la retacho pa’ la banqueta con un chingo de fuerza, la neta, se me fue la mano porque tengo entendido ahora me buscan a mí, pero para que den conmigo va estar cabrón.
La muchedumbre gritaba asustada de la emoción, en eso mi compa ve que el otro sicario wachó todo el rollo que me aventé y empezo a retirarse disparando a lo loco y mi compa ya bien acelerado empezó a corretearlo disparando como si fuera una pinche pelicula de Hollywood sin poder darle cran al buey, al ver que el sicario desapareció se retrocedió con con cuidado, unas sirenas se escuchaban a lo lejos.
Ni fuimos a pistear, sólo nos cercioramos que todos los compas estuvieran bien y cada quién pego requinto pa’ su chante, menos el doctoso que sería el testigo del rollo y el quién daría la versión a la chota del refuego que acabó de pasar.
Al otro día supimos que eran asesinos profesionales, entrenados por la Mossad de Isreal y los Irlandeses de la IRA, así que a los jefes del sicario ese que quebró en la baqueta les costó una buena inversión el sujeto pero ni modo, cuando la muerte anda ganosa de teatro ni quién le diga como arreglar el escenario de las almas que se tiene que llevar cuando el tiempo se les llega a los que ya se tienen que ir.