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Taxa Camarae


 
 

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Se persigno enfrente de la iglesia antes de entrar.

Era por costumbre, mas una espina clavada en su carácter templado le retorcí­a sacarsela, le tení­a coraje a esa institución, se le hací­a algo así­ como el exterminio de Judios pero a rasgos más amplios aún, para él era peor que eso pues la conducta erase sancionada por el Vaticano todaví­a por estos dí­as.

Era un bastardo, nació sin que su progenitor masculino diese la cara para ver la luz de su vida al nacer ni mucho menos después, así­ con los años, jamás supo quién fue su padre. Se lo achacaba a un fallo clérigo, a una costumbre católica.

Los hijos nacidos fuera de matrimonio por aquellos dí­as cuando nació eran prohibidos, el tabú más fuerte. La gente le temí­a al criticismo del pueblo, los ojos fulgases;llenos de escarnio. Por eso, se imaginó, se le hizo fácil al padre abandonar al crí­o, dejarlo a la suerte, sólo con su madre, ambos abandonados. Pensó: si la iglesia hubiese hecho más por la familia el padre quizá no hubiese dejado en el olvido de lo cotidiano la suerte de un niño así­ nomas.

Muchas veces se preguntó si en la penumbra de las preguntas ¿cómo será? ¿quién es? ¿Se parece a mí­? la luz de la curiosidad por querer saber paso por la mente de ese hombre invisible al que desde hace mucho ya no le dice irresponsable si no que ahora lo mira, juzgado por el vil acto de su abandono, de no procurar por ese niño, con lástima, por no querer saber más de esta vida que sólo se vive una vez, por ser una persona sin ambición alguna.

Para el bastardo que siempre piensa en el padre, siempre existe ese hilo de anhelo, anhelo maldito, amor eterno, insaciable de conocer al ser que engendro al ser que quiere saber de él. Es mejor echarle la bronca a la iglesia, allí­ esta la falla pensó, y le tení­a coraje, por esas malditas costumbres de bendecir y santificar el abandono de hijos.

Quizá puedan negar estas palabras los Padres de las iglesias, los Obispos, los Cardenales de la Santa Sede, el mismí­simo Papa pero nunca negaran los hechos que existen pues gracias al consentimiento y prohibición de ciertas conductas morales entre adultos y que pernoctan en las conciencias de los hijos bastardos, de la hijas bastardas, la viva prueba somos nosotros.

Por algo existe esa palabra, bastardo: Hijo habido fuera del matrimonio; Calidad de bastardo. Hijo ilegí­timo. Bastardo, que degenera de su naturaleza. fig. Falso, adulterado, pensó: ”según la iglesia católica, soy un pecado”. Las costumbres de su pueblo lo hicieron aparte, su padre no quiso saber nada de él, ¿quién es su progenitor? Quién sabe, el papá no tuvo el valor de enfrentarse a los demonios del pueblo y sus pinches creencias y por eso el olvido es el único rastro que queda de él.

La iglesia se encontraba en pleno silencio, si apenas se escuchaban los pasos de la gente al entrar y salir sólo para ver la imagen del cristo crucificado mientras hací­an la debida genuflexión. El eco que la cúpula reproducí­a hací­a que el silencio retumbara con estruendos las atmósferas de quietud. Un cómplice más del santuario ese al que ricos y fieles aliados a ella se le arriman para comulgar, reafirmar que sus deberes sociales afuera, de esa realidad que presenta al diablo como un ser intangible y que vive detrás de las murallas de su santo terreno, no son vinculantes.

Ahí­ nacio él, en tierra non sancta.

Adentro, quizá su padre, su progenitor, buscó fe en las leyes de la iglesia, ‘haces bien m’ijo’, de seguro le aseguraron los padres de la iglesia como cuando los tiempos del Papa León X su Taxa Camarae 1

La Taxa Camarae del papa León X, uno de los puntos culminantes de la corrupción humana

(Fuente: Rodrí­guez, P. (1997). Mentiras fundamentales de la Iglesia católica. Barcelona: Ediciones B., Anexo, pp. 397-400)

Advertencia al lector: la autenticidad de este documento ha sido cuestionada y debe ser reputado como dudoso hasta que no se documente fehacientemente su posible veracidad o falsedad. De ser una falsificación, quizá serí­a contemporánea de León X o algo posterior. Ir a información detallada.

La Taxa Camarae es una tarifa promulgada, en el año 1517, por el papa León X (1513-1521) con el fin de vender indulgencias, eso es perdonar las culpas, a todos cuantos pudiesen pagar unas buenas libras al pontí­fice. Como veremos en la transcripción que seguirá, no habí­a delito, por horrible que fuese, que no pudiese ser perdonado a cambio de dinero. León X declaró abierto el cielo para quienes, clérigos o laicos, hubiesen violado a niños y adultos, asesinado a uno o a varios, estafado a sus acreedores, abortado… pero tuviesen a bien el ser generosos con las arcas papales. Veamos sus treinta y cinco artí­culos:

1. El eclesiástico que incurriere en pecado carnal, ya sea con monjas, ya con primas, sobrinas o ahijadas suyas, ya, en fin, con otra mujer cualquiera, será absuelto, mediante el pago de 67 libras, 12 sueldos.

2. Si el eclesiástico, además del pecado de fornicación, pidiese ser absuelto del pecado contra natura o de bestialidad, debe pagar 219 libras, 15 sueldos. Mas si sólo hubiese cometido pecado contra natura con niños o con bestias y no con mujer, solamente pagará 131 libras, 15 sueldos.

3. El sacerdote que desflorase a una virgen, pagará 2 libras, 8 sueldos.

4. La religiosa que quisiera alcanzar la dignidad de abadesa después de haberse entregado a uno o más hombres simultánea o sucesivamente, ya dentro, ya fuera de su convento, pagará 131 libras, 15 sueldos.

5. Los sacerdotes que quisieran vivir en concubinato con sus parientes, pagarán 76 libras, 1 sueldo.

6. Para todo pecado de lujuria cometido por un laico, la absolución costará 27 libras, 1 sueldo; para los incestos se añadirán en conciencia 4 libras.

7. La mujer adúltera que pida absolución para estar libre de todo proceso y tener amplias dispensas para proseguir sus relaciones ilí­citas, pagará al Papa 87 libras, 3 sueldos. En caso igual, el marido pagará igual suma; si hubiesen cometido incestos con sus hijos añadirán en conciencia 6 libras.

8. La absolución y la seguridad de no ser perseguidos por los crí­menes de rapiña, robo o incendio, costará a los culpables 131 libras, 7 sueldos.

9. La absolución del simple asesinato cometido en la persona de un laico se fija en 15 libras, 4 sueldos, 3 dineros.

10. Si el asesino hubiese dado muerte a dos o más hombres en un mismo dí­a, pagará como si hubiese asesinado a uno solo.

11. El marido que diese malos tratos a su mujer, pagará en las cajas de la cancillerí­a 3 libras, 4 sueldos; si la matase, pagará 17 libras, 15 sueldos, y si la hubiese muerto para casarse con otra, pagará, además, 32 libras, 9 sueldos. Los que hubieren auxiliado al marido a cometer el crimen serán absueltos mediante el pago de 2 libras por cabeza.

12. El que ahogase a un hijo suyo, pagará 17 libras, 15 sueldos (o sea 2 libras más que por matar a un desconocido), y si lo mataren el padre y la madre con mutuo consentimiento, pagarán 27 libras, 1 sueldo por la absolución.

13. La mujer que destruyese a su propio hijo llevándole en sus entrañas y el padre que hubiese contribuido a la perpetración del crimen, pagarán 17 libras, 15 sueldos cada uno. El que facilitare el aborto de una criatura que no fuere su hijo, pagará 1 libra menos.

14. Por el asesinato de un hermano, una hermana, una madre o un padre, se pagarán 17 libras, 5 sueldos.

15. El que matase a un obispo o prelado de jerarquí­a superior, pagará 131 libras, 14 sueldos, 6 dineros.

16. Si el matador hubiese dado muerte a muchos sacerdotes en varias ocasiones, pagará 137 libras, 6 sueldos, por el primer asesinato, y la mitad por los siguientes.

17. El obispo u abad que cometiese homicidio por emboscada, por accidente o por necesidad, pagará, para alcanzar la absolución, 179 libras, 14 sueldos.

18. El que por anticipado quisiera comprar la absolución de todo homicidio accidental que pudiera cometer en lo venidero, pagará 168 libras, 15 sueldos.

19. El hereje que se convirtiese, pagará por su absolución 269 libras. El hijo de hereje quemado o ahorcado o ajusticiado en otra forma cualquiera, no podrá rehabilitarse sino mediante el pago de 218 libras, 16 sueldos, 9 dineros.

20. El eclesiástico que no pudiendo pagar sus deudas quisiera librarse de ser procesado por sus acreedores, entregará al Pontí­fice 17 libras, 8 sueldos, 6 dineros, y le será perdonada la deuda.

21. La licencia para poner puestos de venta de varios géneros bajo el pórtico de las iglesias, será concedida mediante el pago de 45 libras, 19 sueldos, 3 dineros.

22. El delito de contrabando y defraudación de los derechos del prí­ncipe contará 87 libras, 3 dineros.

23. La ciudad que quisiera alcanzar para sus habitantes o bien para sus sacerdotes, frailes o monjas, licencia para comer carne y lacticinios en las épocas en que está prohibido, pagará 781 libras, 10 sueldos.

24. El monasterio que quisiere variar de regla y vivir con menor abstinencia que la que le estaba prescrita, pagará 146 libras, 5 sueldos.

25. El fraile que por su mejor conveniencia o gusto quisiere pasar la vida en una ermita con una mujer, entregará al tesoro pontificio 45 libras, 19 sueldos.

26. El apóstata vagabundo que quisiere vivir sin trabas, pagará igual cantidad por la absolución.

27. Igual cantidad pagarán los religiosos, así­ seculares como regulares, que quisieran viajar en trajes de laico.

28. El hijo bastardo de un cura que quiera ser preferido para desempeñar el curato de su padre, pagará 27 libras, 1 sueldo.

29. El bastardo que quisiere recibir órdenes sagradas y gozar beneficios, pagará 15 libras, 18 sueldos, 6 dineros.

30. El hijo de padres desconocidos que quiera entrar en las órdenes, pagará al tesoro pontificio 27 libras, 1 sueldo.

31. Los laicos contrahechos o deformes que quieran recibir órdenes sagradas y poseer beneficios, pagarán a la cancillerí­a apostólica 58 libras, 2 sueldos.

32. Igual suma pagará el tuerto del ojo derecho; mas el tuerto del ojo izquierdo pagará al Papa 10 libras, 7 sueldos. Los bizcos pagarán 45 libras, 3 sueldos.

33. Los eunucos que quisieran entrar en las órdenes, pagarán la cantidad de 310 libras, 15 sueldos.

34. El que por simoní­a quisiera adquirir uno o muchos beneficios, se dirigirá a los tesoreros del Papa, que le venderán ese derecho a un precio moderado.

35. El que por haber quebrantado un juramento quisiere evitar toda persecución y librarse de toda nota de infamia, pagará al Papa 131 libras, 15 sueldos. Además entregará 3 libras para cada uno de los que le habrán garantizado.

Para la historiografí­a católica, sin embargo, el papa León X, autor de una muestra de corrupción tan infinita como la que acabamos de leer, pasa por ser el protagonista de «la historia del pontificado más brillante y quizás más peligroso en la historia de la Iglesia»[i].

[i] Cfr. Dacio, J. (1963). Op. cit., p. 155. El libro lleva el imprí­mase de la Iglesia católica tras pasar su censura.

o por lo menos las costumbres le indicarón que ‘así­ es en nuestro pueblo’. Mientrás, el hijo, el bastardo, a su destino, un destino peor que el olvido, vive en pecado, en mancha y en afrenta de los ojos del pueblo, mas busca el amor aún esperando encontrarse, verse en los ojos del engendrador, guardado como una esperanza que niega existe en sí­. 
  
  
 
 


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