Cobardí­a mediaclasera

-No, en serio, estuve ahí­, me gustaba, aunque la vergíüenza de que supieran que estuve ahí­ me gano, no me atreví­ a decirselo a nadie, es mi pudor medioclasero, mi defensa ante lo antaño.

-¿Lo antaño?

-Sí­, aún guardo ciertos preceptos de posturas que mis conciudadanos tienen sobre clases, por ejemplo, siempre me quedó la cicatriz de que yo fuere más pobre que otros, y eso lo demostré durante mi estancia ahí­, aunque debo de confesar que fueron unos dí­as de gloria total no tener obligaciones para nada.

-¿Tu? ¿Obligaciones? Ni siquiera has visto esa letra en practica cielito.

-Deja te cuento pues, me encantaba subirme a la burra, azul y blanco, se iba rumbo a playas, en una parte que muchos consideran como marginada, pero de eso no hay nada, pide otra cerveza, ¿te echas otra?

-Sí­, este bar esta bien, y la música esta de mi placer, pero llegaremos rendidos a Estocolmo, ¿no te parece?

-¿A qué hora parte el avión?

-Sale a las 3 de la tarde.

-Tiempo suficiente, sí­ apenas son las 4:30am Estela Lucrecia

-No me gusta que me llamen por ese nombre huey.

-Sorry, en fin, te decí­a, pasaba la burra por todo el asfalto de la ciudad y ahí­ donde vive José se encuentra despavimentado, no quieren ponerlo hasta que pongan el drenaje, so pasaba la burra, Dios, gracias a Dios por las burras, porque sólo ellas, y se daba unas ladeaditas que parecia que se iba a volcar la cabrona, yo iba brinque y brinque en los pinches asientos llenos de polvo a risa y risa de nervios por dentro, así­ de desnivelada esta la pinche tierra. Digo, a comparación de los niños y niñas que iban carcajeandose todo ese tramito, era la pura alegrí­a te digo. Claro de primero sentí­a así­ medio raro, pero es mi amigo de infancia, increible los vuelcos que dan la vida ¿no? A diferentes polos fuimos a dar, y eso que yo no me considero clase media ¿eh? Se llama Pedregal de Santa Julia, creo, pero la burra decí­a Nopalera, se agarran ahí­ por donde esta la Dorian’s. En fin, pero que desmadre ambiental hay ¿eh? Hay veces que me levantaba y mejor prendí­a un cigarro, decí­a, gente ignorante, mejor me chingo agusto mis pulmones que con las pendejadas estas que hace la gente de quenmar llantas u quién sabe que fregados. Me entraba la paranoia con la polvadera también, me imaginaba un montón de microbios y quién sabe qué más. Pero después me fije en la vida, la gente haciendo su vida pues, ahí­, entre viviendas hechas de madera y retazos de otros hogares, de seguro de Los ¿no? Otras bien construidas y de cemento, pequeños palacios en medio de esa pobreza, digo pobreza pero es falso, es esperanza, digo, porque la gente avanza, ves carros con placas californianas y todos trabajan, y el futuro es mañana para ellos, esperan con paciencia que las cosas se arreglen y confian en la ciudad, claro, muchos no son de Tijuana. La casa de José esta hecha de madera, en partes de bloques de cemento así­ que en las noches hací­a frí­o, piso a veces de tierra, pero no hay pex, me la pase bien de aquellas con ese huey, bien grifos y bien pedos todo el dí­a. Pinche huevon, pero así­ es, no hace nada por la patria, me molesta, me gustarí­a que fuera más ambicioso.

-¿Y por qué te molestaba que la gente supiere donde te estabas alojando?

-Me daba vergíüenza, la verdad, miedo a qué fueran a pensar de mi, es un proceso que no logro superar a veces, no sé por qué, creo que necesito reflexionarlo un poco más, superarlo de alguna manera, lo asocio conmigo, se me cierra el mundo, eso es lo que pasa, sentí­ vergíüenza por él, eso es lo que más me cala, jijole, las cosas de la vida ¿no?

-Puto, así­ te has de avergonzar de mi ¿no?

-Callate guey, no seas mamona.

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