Yonder Lies It

Entre nous soit dit

-Los compraste?

El shopping mall era grandisimo, exagerado, pero lo curioso era que entre todo ese glamour como Louis Vuitton, IKEA, Jens of Sweden etc etc, un sólo negocio resaltaba como ningún otro, era una tienda de libros usados, El Sefardita, que nada tení­a que ver con judaica si no todo con tradición y obstinación, el dueño rehusó vender su propiedad a los grandes consorcios. La historia dice que era de un clan de judí­os húngaros que fueron rescatados por nada menos que el mismí­simo Francisco Franco. Les expedí­a, según cuentan, documentos falsos atestiguando que eran sefarditas y así­ poder darles nacionalidad española y junto con Raul Wallenberg de Suecia, sacaron a muchos así­. Quién sabe como vinieron a dar Estocolmo, de seguro extrañaban la nieve, el caso es que ahora le pertenece a una ahijada de este último la cual tornó la librerí­a en una parada obligatoria para culturosos del esorétismo. El caso es que ni el cabildo local pudo hacer que el señor vendiera su local, antes habí­a una hilera de otros negocios que sí­ sucumbieron a las ofertas tentadoras que los inversionistas ofrecian por esas propiedades con más de 70 años de haber permanecido ahí­. Quedó practicamente en el sotano del shopping mall y era la unica tienda con una fachada de madera y fuera de lugar. Entra uno y el olor a incienso es fuerte y la música un tanto hindú, no sé ni que ideas tenga esa mujer, pero creo que es de los llamados Flower Childs, de por allá del siglo pasado.

– Sí­, Skyways, ¿no pasa nada verdad? Me salieron en menos de 100 dolares para los dos, ida y vuelta y todo el fin de semana.

– Cool, entonces podremos pasar al Vikingo, ¿te acuerdas? Es ese bar que no abre sus puertas hasta las 3 de la madrugada.

– ¿Cómo no? Si fue la salvación aquella noche de violencia y pasión, jeje, fue cuando me dieron ese beso a escondidas en esa oscuridad repentina entre una canción y otra, no sé ni cómo me lo plantaron. Lo curioso es que no pude resistir la tentación de aceptarlo, como si lo hubiere estado esperando toda la vida.

– ¿Vamos al Sefardita? Ando buscando un libro para escritores, quiero ver si hay uno que me diga cómo hacerlo, no tengo la menor idea de cómo empezar, y creo que “Habí­a una vez…” no es un buen comienzo.

– No seas sangrón, los escritores no se hacen con libros así­, se lee a grandes escritores y luego los copias, imitas, creo. Oye, pero si tu casi ni lees, bueno, a parte de esa gran obsessión que te agarró con el japonés Yukio Mishima hace dos años atrás no te he visto leer mucho de otros.

– Darling, darling, darling, si supieras la biblioteca que tengo, eso sabrí­as si pasaras más tiempo en mi departamento pero no, soy yo el que te tiene que rogarte para que hagamos cosas juntos, mira ya llegamos.

– Oye, de por cierto, leí­ el post de tu blog ayer, ¿femme fatale?, tsk, como te atreves?

– ¿Y por qué se te dibuja esa sonrisa?

– … pero deja te digo, leí­ el blog del músico que te regalo el CD, parecí­a molesto en su post sobre lo que te dijo de tu amigo, ¿qué pex con eso?

– No pasa nada. Mira, este volumen, Zionism, por Albert Einstein, ¿te dije que la mejor canción de ese CD me parece ser la de Foráneo, del grupo Point Loma?, mas la que más se acerca a naked music es la composición que lleva por titulo 14-c2 del grupo Vlisa, Argentines off course.

– Albert Einstein, ¿zionista? ¿Cuánto vale el librito? Ya prestame el CD mejor ¿no?

– Vamos a la sección más vieja, quizá encuentré algo ahí­ de los griegos, esos parecian tenerla hecha con eso de las escrituras ¿no?

– Qué sangrón, ¿por qué no escojes mejor un libro de mexicanos o de perdida de leyendas y mitos mexicanos para esa veta de imaginación tuya que quieres explotar? Digo, y falta por ver si estan las famosas ideas ahí­ para minar, digo…

– Jajá.


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