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En la fotografí­a de últimas acá me ha entrado una especie de sentimiento de fracaso, no salen las cosas como yo quiero y creo que todo se debe a lo que mi ojo capta pero que el lente de la camara, simplemente no le se manejar como es debido. El Wendigox cuando anduvo acá en Estocolmo me dio varios tips, parece que el sí­ estudio esa madre, yo al puro chance. Y es que yo más que nada siemrpe he tenido una relación instrumental, por un así­ decirlo, con la cámara. La utilizo como una red, un atrapa sueños, un dreamcatcher y no como un partner in crime, la verdad, de mécanica sobre cámaras no sé más allá de apretar el botoncito para tomar la foto y eso si me indican con mucha anterioridad su función.

Iba, voy pues, o sea que mi relación al aparatito cacha almas como mis antepasados le decian a estos artilugios del demonio, la utilizo porque soy de una percepción sensible (sí­, rianse putos, que al cabo ni los escucho, dice mi lado masculino vulnerable) percibo más allá de lo normal en mis entornos, percibo como la comunicación entre mi y el exterior se extiende más allá de la comunicación y por ende mi ojo es más alerta de lo inusual. Esta fenomenologí­a es causa de mucha alegrí­a en mi vida y es por eso que quiero capturar esos momentos a cada rato. ¿Qué es? Según Husserl son momentos únicos y singulares. Son momentos intuitivos sublimes dados por uno mismo (self-given intuitions)

Mas alas! Fallo, la distancia entre el objeto y yo es muy larga para la cámara, so de ahora en adelante probaré objetos y sólo objetos de cercas a ver si así­ me resulta más satisfactoria mi afición por la fotografí­a.

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