Former av Hopp: Tomas Venclova

He estado leyendo un libro en sueco. El único este Estí­o como dicen los de lengua más oscuras que la de este humilde cuasi norteño vuestro. La verdad prefiero más el southwestern spanish, pero si sigo hablando de eso serí­ase desviarse del tópico del cual este post empezó.

Tomas Venclova, y bien, quién es ese vato? pues es un Lituano pa’ empezar. Judio, Polaco, desterrado y quién sabe qué más. No lo leí­ porque sé quién es, porque aparentemente es alguien en el mundo, lo leí­ más bien porque no querí­a que este verano pasara sin leer algo en sueco y esa fue toda la razón.

Bueno, el motivo porque lo elegí­ fue también porque el tema de la zona geográfica de el Báltico siempre me ha atraido, más las pequeñas areas esas que componen Letonia, Lituania y Estonia. Esos paí­ses siempre le han atraido a mi memoria por varí­as razones, por ejemplo desde que se independizarón de la antigíüa Unión Soviética (que en español lleva la desgracia de tener un acento en soviética donde menos deberí­a de llevarlo siendo que ninguna ética manejarón esos hijos de perra, y digo eso porque ningún, hasta la fecha, ruso, ha sido juzgado por crimenes en contra de la humanidad siendo que si la palabra genocidio aplicarí­a, aplicarí­a a las estirpes esas de Stalin, Lenin y sus demás compinches.)

Bueno el caso va a que el libro se llama en sueco Former av Hopp que serí­a traducible al castellano como Formas de Esperanza. Son ensayos y correspondencias entre ese vato y otro vato, figuras importantes por estas zonas geográficas. A mi lo que más me gusto fue como escribe apasionadamente con fuertes tintes de nostalgia sobre la capital de Lituania, Vilnius. Es un ser que conoce su ciudad y al escribir sobre ella describe cada rincón como si fuera el rincón de su propia casa. La verdad, las memorias de este vato son las memorias geográficas de Vilnius. Además, trata temas de literatura y como se rompió el silencio de las prisiones llamadas Gulag que Stalin institucionalizo y que Alexander Solyenitzin recrea tan vivamente en las imagénes que salen de la lectura de sus libros que escribió desde Vermont EEUU.

Me hizo recordar Tijuana, la verdad, porque las memorias de mi ciudad, que aunque desterrado, tanto como Tomas, componen el amor que le tengo al lugar de mi natalicio que es más grande que el amor a mi paí­s hasta cierta medida porque es la ciudad la que con sus esquinas, sus edificios, sus calles, sus olores la que deja las impresiones, así­ como a Venclova, las catedrales, los cafes, los pisos de los edificios, mi vida esta también impregnada de Tijuana, en sus edificios, en sus calles, y al recordar Tijuana, recuerdo más su topogafí­a que su gente porque ahi deje mis besos, mis inhibiciones, mis amores, mis dudas, mis deseos y mi eterno sueño de ver el mundo dentro del asfalto, las paredes, las ventanas, sus formas que le dieron estructuras a mis esperanzas.


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