Aquí­ en Suecia me miran raro. Lo que pasa es que soy demasiado exótico para ellos y demasiado moreno y mucho más por estos dí­as de verano y sol para este mar gíüero. La aldea donde vivo es de sólo 800 personas y todos se conocen, casi nadie me habla y el idioma es una frontera que se me es imposible cruzar. Lo curioso es que aquí­ creen que con tan sólo decir hej! se libran de sus responsabilidades sociales.

Tienen un anuncio para combatir a los chamacos carrilludos pues han de saber que en Suecia son unos verdaderos expertos en darle carrilla a los que consideran ‘debiles’, por eso el porcentaje de suicidios en Suecia es altisimo, bueno, a lo que iba, el anuncio. Empieza con una niña de más o menos 12 años en una escuela común y corriente que se encuentran por Suecia. Están repartiendo invitaciones para una fiesta y ella de espalda al repartidor espera a que le ofrezcan una pero no, no se la ofrecen y ella se hace un poco ‘transparente’ ‘invisible’; después se encuentran en la sala de deportes y están haciendo equipos, todos escojen con quién jugar y se reparten los equipos pero a la niña no se le eligió, se hace aún más ‘invisible’, poco a poco va desapareciendo de la fase ‘real’. A como va avanzando el anuncio se llega a su final donde la niña se encuentra casi totalmente transparente que nadie la nota, comiendo sola y sin ningún compañero que le haga compañia a la hora del lonche. Sola en una mesa llega entonces otra niña, ‘la salvación’ y le saluda: hej!

Con ese hej! recobró toda su visibilidad y volvió al mundo de los visibles con esa frase tan única en el idioma sueco, hej!

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