Líübeck, Alemania, me fascinó y sé por qué. Francia tiene algo que me preocupó desde que llegué a ella: no procurán por el projimo. Preguntame cuál es la primera reacción que un immigrante tiene al pisar suelo gabacho y te contestaré que es su limpieza. Esa limpieza se puede interpretar como un cuidado y pensamiento hacia el otro, se piensa pues en el que sigue, una actividad mental que no se ejercita en familias latinas. En Francia, París pues, fue una de las cosas que más me causó algo así como compasión hacía los conserjes Parisinos los cuales luchaban por limpiar la ciudad que no se dejaba limpiar a muy tempranas horas del día. Simplemente su trabajo es de madrugada porque de otra no da la ciudad.
Sentí pues al pisar suelo Alemán satisfacción de casi sentirme en casa, sus ciudades como las espero. Comportamientos casi ya familiares para mi. Las calles de Líübeck tiene otra suciedad que no se carácteriza por su mugre sino por la flojera de ciertos (cultura?) de sus habitantes. Líübeck esta en proceso de renovación, pero eso no deja de ser un imán internacional, por ejemplo fíjense en este poster que me hallé allá …