Y empieza el rito harikiri de la naturaleza …
Aquí en Suecia, desde los primeros años que llegue, primavera tras primavera, suceden cosas casi ya rutinas, por ejemplo las ranas suecas por muchos lados del país se mudan de un lugar a otro, usualmente pasando por vías automovilísticas y así pues causando un desastre ecológico. El evento es causa de gran consternación y por unos días las ranillas son el foco de atención y recipientes de la compasión de los suecos.
Debates son discutidos, promesas son hechas por parte del gobierno, activistas pro-animales realzan su lucha moral/clandestina y detienen el tráfico por días enteros para el libre cruce de estos animalitos y uno que otro despistado turista se compra un periódico para ver que tanto es el alarde.
Pero hay un tipo de organismo biológico que también le da por estos actos de seppuku y que no causa tanta consternación, si a lo mucho, reciben ayuda de niños sin más miedo ese que la curiosidad y sucede por toda la nación, especialmente por estos días que la tierra esta fresca y la llovizna constantemente mantiene el suelo mojado, rico, lleno de zacate.
Son lombrices de tierra.
Se salen de su invernadero y les da por cruzarse de un lado por otro, va uno caminando y las pisotea, hay un descuartizadero por doquier y yacen aplastadas. Es una verdadera masacre de inocentes pues las pobres, con su lento deslizamiento no tienen comparación con la urgencia urbana del stress, la gente no depara en su entorno, mucho menos darse el tiempo en ver que pisaron …
C’est la vie en l’Suí¨de