* Hay veces que una sola conversación te deja contento por un buen rato, como que cae bien el rollo. Aquí en Suecia casi no les da por hablar. Los inmigrantes cuando nos hablamos invariablemente terminamos hablando de lo malo que son los suecos para hablar o de sus maneras extrañas de comportarse. Casi nunca ocurren buenas conversaciones, raras, pocas y lejos de ocurrir con frecuencia. Se agradece cuando ocurre. *
Ayer estuve platicando con una morra de esas que me pagan por escucharme hablar inglés, my chicano-pocho inglés. Y me dijo que si no extrañaba mi tierra. Le dije que sólo hay dos cosas que extraño de ahí.
Balazos y terremotos.
Los balazos porque forman tanto parte de nuestra cultura que ya son como moscas zumbando por doquier. Siempre hay historias de ello. Así que ha veces, se les echa de menos por aquí en Suecia. Y es que en Europa no hay mucha cultura de esa de armas. Pa’na.
Los terremotos porque me cuerpo esta magnetizado a la tierra Californiana. Hay veces que siento unas vibrillas medio raras y todo mi cuerpo se me enchina y me pongo alerta, la pura emoción es rica, me trae recuerdos. Aquí no ocurren terremotos. Suecia es un país de rocas, los árboles crecen en piedras y cuando construyen, construyen arriba de piedras, así que cuando hay construcciones de casas o edificios siempre andan oyéndose estruendos de dinamita. Perforan hoyos dentro de la piedra y después le meten un cartucho de dinamita. Lo sé por que en la escuela de magistrados a la que pertenezco ( LHS ) estaba en pos de expansión y durante las clases nomás se escuchaba el bip-bip-bip de alarma y PUM! el estruendo de la fuerza de la dinamita estrujía todo el edificio, el único sudoroso era yo, los demás nomás se tapaban los oídos.
Así es en Suecia.