Veo las pelí­culas latinas; en español, italiano, francés, portugés y miro con admiración como es que la pasión es lo que causa vida. Las manos en el aire, los gritos, los momentos entre un hombre y una mujer, llenos de pasión; se besan, se gritan, se enaltecen, se aman. Los miro y me da risa a veces como yo controlo mis emociones. Ya no reaccionó así­, rara vez, y si lo hago me hace bicho raro por estos entornos. Dicen que le doy un sabor mediterraneo a mis emociones y sus alrededores, de seguro pensando en los griegos. Casi ni me muevo, no sé si por adaptarme o porque ya no sé reaccionar de otra manera o quizá, de seguro también, porque me da vergíüenza que me vean exaltado. Pero cada vez que miro esas peliculas me alegran porque me recuerdan a viejos episodios, a viejas relaciones con mis novias de mi juventud. Me hacen sentirme orgulloso de mi, de mi sangre, caliente como yo.

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