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Månad: augusti 2010 (Sida 2 av 2)

Abiectus

Texto ambigüo: Un sueco calla o Un tigre sueco.

Uno de esos fenómenos suecos que nunca deja de nutrir el diario devenir de mi existencia en Suecia es la sumisión a la que los suecos de todos los estratos sociales se someten sin respingar mucho.

Todos esperan su turno para respingar y en el mientras tanto el reposo de la frustración encuentra su mejor abono. Aquí todo mundo calla. No es por ende raro que desde la II Guerra Mundial, en Suecia, uno de los iconos más emblemáticos del sueco sea un póster de propaganda que alienta a los suecos a no hablar con los extranjeros. Su uso insinúa tener cautela al hablar con extranjeros. Nótese que el icono es tan popular que se ha visto obligado ejercer Derechos Reservados o darle estatus de Marca Registrada.

Hoy en día, la inculcación adquiere diferentes tintes y los suecos, a pesar de que se autocalifican como tímidos la verdad es que no les gusta hablar mucho con extranjeros. Así que hablar es casi un pecado mortal acá, no es que no hablen, sino que callan más de lo debido. De hecho una de las formas más comunes y practicas que los suecos utilizan los unos con los otros es intimidarse los unos a los otros hasta el silencio, tiga ihjäl es la frase que utilizan para describir este fenómeno. Tiga Ihjäl es un fenómeno cuya función primordial es en hacer callar a las personas hasta la muerte. La gente simplemente deja de hablarte, te hace la vida de cuadritos mediante un trato que incluye entre otros, tratarte como el aire, ignorarte lo más posible, dejar de verte como persona, excluyéndote de sus actividades y hacerte ver con todo lo posible a su disposición, que el que tiene la culpa de todo lo que te pasa a tí es por culpa propia, de hecho, son especialistas en ello. A eso ellos le llaman ser sueco, o como bien reza el dicho castellano, hacerse el sueco.

Pero quizá lo más bizarro de todo esto es la involuntaria reacción que procrea, la sumisión. Y es que los suecos parecen ser sumisos y algunos sí los son, o quizá la gran parte de ellos. Acá es fácil de que te intimiden en el trabajo, en la escuela y hasta en la calle. Respingar rara vez ayuda y existe todo un aparato burocrático que ayuda a las personas que han sido intimidades.

A pesar de que los suecos se consideran muy democráticos en sus procederes, la verdad es que no saben cómo reaccionar ante las críticas que les dan a veces, lo que hace que toda índole de venganzas personales afloren como Diente de León por los campos fértiles del odio. La crítica tiene que tener orden y su lugar amén de tiempo, todo fuera de ello se considera una ofensa.

En lo personal he vivido varias ocasiones en que no he cuidado mi boca y las consecuencias no se han hecho esperar, quizá esto sería cosa menor en una ciudad grande pero como vivo en un pueblo pequeño todo el aparato que he descrito anteriormente lo he sentido en carne propia. Aquí la gente no se tienta el corazón para hacer ejercer la ley del pueblo, a su manera. Se puede comparar a las viejas usanzas de la gente que basa su vida personal en la biblia o el corán. Aquí la única diferencia es que el castigo es invisible y difícil de pormenorizar para que la gente vea con hechos en la mano lo que todo un pueblo le inflige a un ser humano mediante las practicas antes mencionadas. Lo curioso es que en mi adaptación a Suecia, mi integración a Suecia a llevado acabo a someterme a esta practica del silencio, no hablo de más, guardo silencio ante todo y prefiero no ser visto. Me imagino ser el cobarde de la película, el que no se entrometería así los gritos fuesen de auxilio.

Realmente me gustaría que la gente fuere más respingona pero la verdad es que el sueco es sumiso lo que hace que  los que son más fuertes y no le tienen miedo al criticismo porque saben abrir el hocico justo al debido tiempo pues abusan de su poder para infligir la ley del campo. Y eso hace que el sueco le tenga miedo a muchas cosas.




Constraints

I tend to adopt an attitude towards language that it’s nearly pristine in its stipulations since I exact a nativists view on language that cannot possibly meet the standards I want. That is, I want what it is said in L1 to be exactly the same as in L2.

An impossibility by all means.

Yet this equation, L1=L2 is wrought upon the daily make up of humanity every time the sun rises.

So as I prepare myself to listen to Simon J. Ortiz: A Poetic Legacy of Indigenous Continuance a host of questions and stomach revolt seem to undermine with furious confusion the joy it would be to just listen to the darn thing.

For one, doesn’t it seem odd to you that this continuance happens in English?

Second: can English, with all its constraints that entail the language of pain for indigenous people in Norteamerica be a vessel appropriate enough to deliver the goods?

Am not the one to not allow said company. Consort at will I say. And just to open up more wounds here, look at the presenter’s name: Evelina Lucero.

Yes, its Spanish. Allow me to say it. What the tarnation are we saying here? Why do we choose to pretend that Spanish surnamed so-called indigenous people can tell us something about indigenous people’s continuance in English?

I don’t want to disrespect all the work laid before all this. By all means.

What I am saying though is how original does the L2 language allow us to be our genuine selves in the L2 milieu? Can I even though I have profound knowledge of L1 deliver that in L2?

That’s all am saying. Not just because the way the West looks upon the arts, with its Medici and Meneas paternalistic support. But because the parameters that uphold the standards are unequivocally different than the standards the local native language was once upheld.

I don’t want to diminish nothing here, because I know am stepping on some serious callitos here.

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